El Darío incansable, hambriento, ganador, inconformista, el mismo Darío Silva que brilló en los campos de nuestra Liga (Sevilla y Málaga), venció el lunes su último obstáculo, el más alto que le haya deparado la vida. El uruguayo regresó a un terreno de juego después de perder su pierna derecha en un accidente de trafico, hace ahora dos años. Su espíritu ganador, el mismo que le permitió salvar la vida cuando se estrelló contra un poste con su camioneta, allá por 2006, le ha hecho protagonizar imágenes que han encogido los corazones de los uruguayos. Y el de todos los amantes al fútbol en general.

Gracias a una prótesis sustitutiva de la extremidad que perdió, Darío se pudo volver a vestir de celeste, la camiseta con la que el negro -como se le conoce en su país- actuó en 49 ocasiones, incluyendo un Mundial, el de 2002. La ocasión propicia fue un encuentro amistoso entre periodistas y personalidades de Uruguay y Argentina a la que no faltaron amigos suyos como Francescoli, Rubén Sosa o Abreú.

Al charrúa se le vio cojear, pero también desplazar con calidad con la zurda, disparar desde 45 metros con el veneno que siempre le hacía buscar la escuadra y marcar. Marcar como siempre lo ha hecho, con su instinto rematador, esta vez mediante un penalti tras el cual fue ovacionado por compañeros, rivales y el público congregado en Punta del Este, al sur del país. Luego, en la tanda de penaltis que desniveló el empate final, volvió a repetir con igual resultado.

"Regresar fue espectacular. Ya había jugado con amigos, pero no ante tanto público. Ver a toda esta gente apoyándome me llena de alegría", confesó el uruguayo al término del encuentro. Ahora su objetivo es disputar los Juegos Paralímpicos de 2012, en Londres, aunque no en fútbol, sino en remo. Para eso se entrena a diario con la misma fe que siempre tuvo.