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Liga BBVA | Atlético 2 - Athletic 3

Llorente envía a Aguirre a la UVI

Merecidísima victoria del Athletic. Los locales se suicidaron tras adelantarse. La zaga atlética fue un juguete para el ariete visitante. Maniche, expulsado

<b>ALEGRÍA BILBAÍNA.</B> Los jugadores del Athletic celebran el tanto del empate logrado por Koikili, mientras Seitaridis y Ujfalusi miran para otro lado.
ALEGRÍA BILBAÍNA. Los jugadores del Athletic celebran el tanto del empate logrado por Koikili, mientras Seitaridis y Ujfalusi miran para otro lado.

El Atleti se hunde como un barquito de papel en mitad de una tormenta: sin recursos, sin navegantes capaces, sin futuro aparente. El Athletic le sacó ayer los colores con un repaso humillante ante su afición, una afición que ya no cree en el proyecto Aguirre y, cada vez que mira al césped, se carga de razones. El técnico ha perdido el control del equipo y sus futbolistas, muchos de ellos muy limitados, sólo piensan en salvar su cabeza, que muera el compañero o el jefe, yo no quiero saber nada. El grupo lanzado de antes de Navidad es hoy una banda y desafina estrepitosamente en cuanto llega un equipo de verdad, bien trabajado, consciente de sus defectos y virtudes. Y en eso Caparrós es un monstruo.

Como hasta en su peor momento a este equipo le sacudes y caen goles, se adelantó el Atleti. Fue un golpe de fortuna: derechazo del zurdo Antonio López, Vélez que desvía lo justo e Iraizoz que sólo puede mirar como entra el balón. No tuvo un inicio plácido el portero, ya que antes había tenido que aguantar a los espabilados de siempre tirándole bolas de nieve hasta retrasar el partido. Al final, Iraizoz reiría el último y los graciosillos se fueron a casa con la sonrisita congelada. Y el desenlace se vio venir desde pronto.

Porque ni en desventaja el Athletic perdió el control de la situación. Tenía un plan, uno bastante sencillo y conocido, en realidad: fuerte presión, Orbaiz mandando y balones a Llorente. ¿Les sorprende? No, verdad, pues al Atleti parece que sí. Uno espera que, cuando te enfrentas a un delantero de 1,93 y habilidad impropia de su tamaño, ensayes durante la semana como frenarle, pero el Atleti defendió a Llorente como si midiera 1,75 y fuera torpe: le cuerpeaban y se caían, le entraban y les regateaba, le medían la zancada y perdían.

Y así, a espaldas de su ariete, el Athletic se lanzó a por la remontada. Un taconazo fuera por poco, un mano a mano sacado por Leo, un cruce milagroso de Ujfalusi y una patada al aire a puerta vacía hicieron pensar que Llorente iba a fallar con el estoque. Pero bastaron para meterle el miedo en el cuerpo al Atleti, incapaz de salir de la presión y de arrebatarle a Orbaiz el mando del partido. Los locales enloquecieron. Los primeros síntomas fueron las patadas, después llegaron los errores garrafales.

Seitaridis no dio un pase a los suyos y el Calderón le abroncaba por respirar, Maniche recuperó su disfraz de matón inoperante, Ujfalusi se disfrazó de Heitinga, Camacho se vio superado, Maxi y Forlán corrían como pollos sin cabeza, Simao iba por libre y Agüero, el único enchufado, no podía él solo contra el mundo. Y Leo se comió el empate. En la prolongación, un zurdazo lejano de Koikili se coló junto al palo que, según los manuales, debía tener protegido el portero. Recordó al gol de Van Nistelrooy en el derbi y a alguno más. Ese palo es un agujero negro para el argentino.

Un paseo. El Atleti tuvo un último arreón al volver del vestuario, cuando Amorebieta derribó a Kun en el área, pero Muñiz no pitó. Fue un espejismo. A los 49' Ujfalusi confirmó que la locura general le ha contagiado y se puso a regatear en su campo, Llorente le birló la cartera y batió a Leo con la ayuda involuntaria de Domínguez. El resto fue un monólogo del Athletic, que ni sufrió, y Llorente puso el broche tras una gran jugada de Gabilondo. Ya sólo quedaba por ver la agonía local.

Aguirre se dedicó a las decisiones extravagantes: se cargó a Seitaridis en el descanso para meter a Pernía, como si éste fuera un favorito de la grada; mandó a Antonio López a la derecha para que le retrataran en el 1-3, y quitó a Domínguez, un central sin tarjeta, para poner en su puesto a Camacho, un medio con amarilla, que se pudo ir a la calle si Muñiz no tiene el día permisivo. Hasta un punto, claro, las patadas voladoras al pecho de un rival no tienen perdón: roja. Maniche no debía saberlo cuando se creyó Karate Kid ante Orbaiz. Animalito.

El gol de Forlán fue un accidente sin más. Ganó el Athletic con plena autoridad y dejó a Aguirre en la UVI. El miércoles visita el Camp Nou y una cuarta derrota seguida puede precipitar los acontecimientos. El Atleti no da señales de vida.

El detalle: el frente, otra vez lamentable

El partido empezó seis minutos tarde porque miembros del Frente Atlético se dedicaron a lanzar bolas de nieve a Iraizoz y, en el 5', Muñiz tuvo que detener el juego por el mismo motivo. No satisfechos con esto, durante el partido repitieron cánticos insultantes hacia Aitor Zabaleta, el aficionado de la Real Sociedad asesinado por un ultra atlético en 1998.