Liga BBVA | Valencia 3 - Atlético de Madrid 1
Silva baila sobre un Atleti muerto
Estupendo partido del Valencia. Los de Aguirre nunca dieron la talla. Villa marcó el primero y el canario, los otros dos. Los de Emery son segundos
El Atlético quiso a Silva en verano. Y el Barça. Y cualquier club con cierta ambición y sentido común. Como el Valencia, que lo retuvo contra viento y marea sólo para ver desolado como se lesionaba nada más empezar la Liga. Emery logró mantener al equipo a flote improvisando un trivote con un notable Manuel Fernandes junto a Baraja y Albelda, pero Mestalla suspiraba con añoranza cada vez que recordaba al canario. Hasta ayer. Emery decidió colocarle de titular tras más de cuatro meses y el Valencia barrió al Atlético al ritmo que marcó Silva. Con él todo es más fácil.
También colaboró el Atlético, cuya primera mitad fue un desastre, un completo catálogo de todas las carencias y dudas que obligan a su afición a mirar siempre hacia el cielo, esperando que éste se derrumbe sobre sus cabezas en cualquier momento. Los de Aguirre saltaron a Mestalla a ver qué pasaba, sin tensión, ni atacando ni defendiendo, de paseo, ignorando la existencia de un balón, sin carácter ni ambición para mirar a los ojos al Valencia. Y fue arrollado por un rival que mereció dejar el duelo resuelto antes del descanso.
Porque los de Emery sí arrancaron como se espera de un aspirante: a todo gas. A los 45 segundos, un disparo lejano de Villa obligó a Leo Franco a despejar a córner, a los 2 minutos un leve empujón del Guaje a Heitinga (poca cosa para que un peso pluma derribe a un medio) invalidó el posterior gol y a los 5' fue Silva quien marcó, pero en fuera de juego. El Valencia podía ir 3-0 y el Atleti aún no sabía qué hacía en aquella pradera: buscar setas o un picnic bajo la lluvia.
Emery le ganó la batalla táctica a Aguirre con una superioridad sonrojante. Primero, parece que el vasco ha entendido mejor que el mexicano que entrenar a un grande exige salir a ganar cada partido, mucho más ante un rival directo. El Valencia mordía mientras el Atlético bostezaba. Mal asunto. Después, mientras Emery sorprendía con Silva y metía a Maduro para sentar a Del Horno y jugar con once; Aguirre insistía con Luis García y jugar con diez. Uno explotó sus recursos con sentido y el otro fue incapaz de salirse del raíl. Uno ganó y el otro salió muy tocado. Pura lógica.
Tanto como que se adelantase el Valencia, aunque lo hiciera de manera irregular. Silva había fallado un remate claro y Mestalla estaba encendido con el árbitro después de que no señalase un penalti por empujón de Perea a Villa. Baraja, perro viejo, vio el panorama propicio para dejarse caer en el área como un actor de telecomedia y Rodríguez Santiago picó. Villa no falló y aprovechó la injusticia para hacer justicia. El Atlético no debería quejarse del árbitro, que le dio y le quitó, sino de una defensa absolutamente caótica, con Heitinga despilfarrando el poco crédito que le queda.
Dominio total.
Ni con el 1-0 resucitaron los visitantes, que siguieron siendo incapaces de hacer llegar un balón a Agüero, Forlán y Simao, en lo que constituye un flagrante crimen contra la humanidad. El Valencia, por contra, puso la pelota todo el rato en los pies de los mejores y, lógicamente, acabó marcando el segundo. El fútbol es sencillísimo. Miguel se comió a Pernía en la banda y cedió a Silva, que definió con la clase y la suavidad acostumbrada. Olía a goleada.
Pero el Atleti genera un tornado con un estornudo. Simao entró en el área, pasó atrás, Baraja arrolló a Kun, Forlán marcó el penalti y el Valencia se fue al descanso con cara de tonto. Y pudo ser peor, pues la reanudación mostró a un Atleti ligeramente interesado por el partido. Forlán y Simao pudieron empatar, pero Silva tenía otros planes.
Ujfalusi se equivocó al sacar una pelota y Joaquín, inspirado toda la noche, recuperó el balón y se lo dio al canario a 25 metros de la portería y con varios rivales entre medias. Terreno yermo para la mayoría, un penalti para Silva, que con un zurdazo le recordó al Atleti que a esto, habitualmente, gana el que mejor juega y más lo desea. Punto.
Haría bien Aguirre en aprender la lección, porque su equipo cierra la primera vuelta con cuatro derrotas y un empate ante sus rivales directos. Mientras él medita, Valencia disfruta: ha vuelto Silva.
El detalle. Mucho trabajo para el árbitro
Rodríguez Santiago no vivió un partido cómodo. En los primeros instantes, invalidó un gol de Villa por una dudosa falta a Heitinga y otro a Silva por un ajustado fuera de juego, que fue. Después, Baraja le engañó en el penalti del 1-0 y acertó en el que dio al Atleti su único gol. En la segunda parte, no hubo lío en las áreas, pero sí varias trifulcas, que supo contener.