Liga Adelante | Tenerife
Llorente no tiene prisa para acometer las renovaciones
El director deportivo descarta las negociaciones inmediatas
El Tenerife ha decidido dejar aparcado un asunto, el de las renovaciones, que se presume especialmente trascendente por la importancia de aquellos jugadores que en junio acaban contrato. Es el caso de hombres tan carismáticos como Ricardo y Sicilia, si bien Santiago Llorente parece mirar hacia otro lado cuando se le pregunta cuándo iniciará las conversaciones con ellos.
En el caso de Ricardo ya ha dicho Llorente que tiene la intención de ofrecerle que se quede, si bien hace ya algunas semanas desde que lo anunció sin que luego haya habido ningún contacto con el canterano ni con su agente. "Lo que me sorprende es que no jugara tantos partidos en temporadas anteriores", ha llegado a manifestar el pucelano, quien pretende que el de La Longuera no se marche. En cuanto comience 2009, y así lo establece la reglamentación FIFA, podrá Ricardo emprender negociaciones con otros clubes. "No es un asunto que nos preocupe especialmente", dice Llorente.
Asegura el director deportivo que "igual que las normas vigentes permiten a nuestros jugadores con final de contrato en junio la posibilidad de hablar con terceros a partir de enero, también el club ya puede entablar conversaciones con futbolistas de otros equipos en idéntica situación". Lo que debe de saber es que en el caso del Tenerife, las piezas que puede perder son de un valor que no escapa a los rectores de sus competidores. Por Ricardo ya han preguntado a su representante, Eduardo Llanos, varios equipos de Primera y Segunda. Tampoco está exento de pretendientes Sicilia, un futbolista que ha seguido exhibiendo calidad y seguridad atrás a pesar de su protagonismo escaso. No son los únicos en situación semejante. Sergio Aragoneses también verá expirar su vinculación con el club en junio, lo mismo ocurrirá a Cristo Marrero en el año que parece el de su retirada mientras Luna, Alfaro y Cendrós, cedidos, esperan a conocer si hay algún resquicio de prorrogar su estadía blanquiazul. Ninguno, por lo pronto, cierra la puerta a seguir.