Alfaro, principio y final

Alejandro Alfaro soñará tener otra tarde-noche como la que vivió ayer. Sus dos goles, el segundo en tiempo de prolongación, y su constante movilidad por todo el frente de ataque, tumbaron a un Hércules que se entregó hasta el final y que murió con dignidad. El onubense estuvo inspiradísimo y se consagró como el héroe del último partido del año en el Heliodoro.

El partido llegaba al epílogo. El colegiado había decretado cuatro minutos de prolongación y los tinerfeños iban con más corazón que cabeza. Y cuando parecía que el empate iba a quedar sellado apareció un centro preciso de Marc Bertrán que encontró la cabeza de Alfaro. A pesar de su baja estatura saltó más alto que los demás (faltaba Sergio Fernández, expulsado) y mandó la pelota al fondo de la portería. Se desató entonces todo el delirio contenido de los presentes en el estadio que aguantaron el aguacero con fidelidad. El Tenerife conseguía tres puntos que parecía haber perdido cuando el Hércules remontó dos goles en contra y con uno menos.

El choque en sí fue una locura. Empezó algo mejor plantado el conjunto de Mandiá, pero a los 25 minutos perdía 1-0 gracias a su sombra negra, Alfaro, que definió raso y pegado al palo desde la frontal. El propio Alfaro creó una jugada a lo Messi que no supo acabar (34') con un buen remate. Eran los mejores momentos del local que estiraron las cuentas con una volea perfecta de Juanlu Hens (38').

Todo se puso a pedir de boca para los tinerfeños cuando Tote vio la roja (algo exagerada por parte del colegiado) a pocos minutos del descanso. Sin embargo, el Hércules consiguió descontar la ventaja gracias al tanto de Abel Aguilar. Pedazo de jugador el colombiano.

Aunque parezca contradictorio, la expulsión del ex del Real Madrid le vino mejor a los alicantinos que a los chicharreros. Porque la segunda parte mostró un Hércules muy luchador y que se adueñó de la pelota. El ingreso de Sendoa fue un claro aviso de que los visitantes no se querían ir de vacío. Los de Oltra los veían venir hasta que llegó el silencio en las gradas. Un centro al área (otra vez le marcan así) rozó en Óscar Pérez y acabó en la portería de Aragoneses para conseguir el 2-2.

Tardó el Tenerife en reaccionar, pero dolido en el orgullo, empezó a inclinar la cancha, aunque a la contra, el gigante Taborda esperaba su oportunidad. A todo o nada, el entrenador blanquiazul metió en la cancha a Kome y Ángel y luego a Cristo, para acumular más gente en el área de Calatayud y evitar el despliegue de los buenos jugadores alicantinos. Y cuando más llovía y los puntos parecían repartirse, apareció el héroe. Apareció Alfaro y apareció la fiesta de la hinchada local.