Al ritmo de Raúl y Robben

Liga de Campeones | Real Madrid 3 - Zenit 0

Al ritmo de Raúl y Robben

Al ritmo de Raúl y Robben

El Madrid liquidó al Zenit con dos goles del capitán y otro del holandés. Arshavin, una sombra. Juande ensayó el clásico con Metzelder de lateral diestro

El partido sirvió para levantar los ánimos maltrechos y para recaudar los 630.000 euros que se reparten por la victoria. Además, dejó intacta la esperanzadora figura de Juande, al que de momento sólo se le pueden atribuir las sonrisas; ya es algo. También confirmó a Raúl como jefe de la tribu, en la pobreza y en la riqueza, en los churros y en el caviar.

Es más difícil evaluar lo que tuvo el encuentro de experimento, de ensayo general ante la visita al Camp Nou. El nuevo entrenador apostó de inicio por el mismo equipo que se enfrentó al Sevilla, con la única y misteriosa salvedad de Dudek, que sentó en el banquillo a Casillas. Podría tratarse de una anécdota, del regalo a un portero que ya no tiene Copa con la que consolarse, pero como Iker no anda fino últimamente cabe pensar cualquier cosa terrible.

A pesar de repetir diez futbolis-tas, durante la primera parte advertimos sensibles cambios. Robben jugó la mayor parte del tiempo por la banda derecha, mientras Van der Vaart se movió por el extremo zurdo a regañadientes. Dos alas, un pájaro prehistórico, si recuerdan.

Como era de esperar, fue Robben quien más rendimiento sacó de su posición, si bien alguien debería corregirle su tendencia natural al recorte interior, engaño que deja de serlo por resultar previsible. No obstante, fue un centro de Van der Vaart desde la izquierda el que propició el primer tanto. La jugada fue una sorpresa porque nadie espera tanta frivolidad de un portero ruso. Nadie, menos Raúl, que come de todo. Fue así: Malafeev quiso bajar la pelota como si le cortara una manzana a Eva y el capitán rebañó el balón perdido. Gol de Lazarillo.

Ramos. Había otros detalles que llevaban la firma de Juande: el Madrid presionaba muy arriba, casi en el área visitante, y Sergio Ramos disponía de más libertad para acompañar las jugadas de ataque. Tal vez sea este entrenador el que descubra al sevillano como centrocampista. Y lo advierto: será como descubrir América.

En la orilla contraria, los focos que iluminaban a Arshavin se apagaron pronto. El genio estaba ausente. No le ayudaba, desde luego, la talla del pantalón, dolorosamente pequeña para lo que requiere la libertad interior. Aunque su problema debía ser aún más profundo. Era un enamorado obligado a disparar contra la musa. Y se rindió al amor. Algo es seguro: o frustró el fichaje o bajó el precio.

En la segunda mitad, Juande destapó varias cartas. Sentó a Van der Vaart, colocó a Metzelder de lateral derecho y reubicó a Salgado en el lateral opuesto. Intuimos que esa defensa puede jugar en el Camp Nou y debo confesar que algunos nos estremecimos. Por algún extraño motivo textil, Metzelder, respetable defensa con Alemania, parece un enfermero con el uniforme del Madrid.

Robben, supervitaminado, logró el segundo gol con una vaselina exquisita a pase de Raúl. Educado, devolvió la asistencia al capitán para que marcara, así lo quiso él, de exquisita vaselina. Eso fue lo mejor y lo peor del partido. Recordar que hay vida y aceptar que Robben no estará en Barcelona. Allí habrá experimento.