Arconada sube al cielo

Decía Sabina que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. Ni Comala, ni Macondo. Ni Soria, ni Almería. Gonzalo Arconada, al que una serie de acomplejados siguen queriendo encorsetarle el disfraz de Emery, se está viendo en medio de un debate que no le hace justicia. Mejora las cifras rojiblancas de la campaña anterior, sin embargo, se discuten sus decisiones y la belleza de su juego. Amargo fútbol. Lamiéndose las heridas se presenta en Soria. Allí dejó un testamento indeleble. Su Numancia fue un muro infranqueable en Segunda. Y Arconada, hoy discutido en Almería, formó un ejercito bien armado con lo justo. Lo suyo fue un paseo militar, una máquina tan ajustada que permitió a los sorianos vencer al Barça y que se mantiene vivo en la tabla después de un tercio de Liga. Algún sabio les daba por muertos.

Vuelan Los Pajaritos al compás de un viejo director de orquesta. Kresic, que se ha reinventado a sí mismo y que aparece década tras década en los cromos. Vive con lo justo para llegar a fin de mes y, sin embargo, sonríe más. Tiene músicos clásicos: Nagore, Moreno, Pavón, Barkero. Saben lo que se traen entre manos y que en su campo no valen negociaciones ni rehenes. Vigilan de reojo al Almería, una incógnita porque no tiene a Negredo, medio equipo. El nueve será Solari. Apellido ilustre, capacidad en duda. El listón está muy alto para el argentino en un día en que su equipo necesita vencer. Demasiada presión para tan poca necesidad pensará Arconada. Pero la realidad es la que es. Y tira de dos fantasistas para que le saquen del apuro, Corona y Julio Álvarez, hombre de la casa...