Liga Adelante | Nàstic 2 - Hércules 2
N'gal no fue suficiente
El Hércules se llevó un punto en el último minuto
Cabeza! ¡Cabeza!", gritaba César Ferrando. Lo hacía cuando su equipo mandaba 2-1 en el marcador, a falta de cinco minutos para el 90'. Pero al Nàstic le podían las ganas: veía tan cerca el 3-1... que no reparó en que enfrente tenía al mejor visitante de la Liga. Y el final ya lo conocen: 2-2.
Escribir sobre justicia e injusticia sería malgastar unas líneas que deben ir dedicadas, sin ninguna duda, a un enorme partido de fútbol por ambas partes: por la ambición del Nàstic y la fe del Hércules, por el descaro de N'gal, por el zarpazo final de Rubén Navarro.
Es el camerunés quien merece ser el crack, encabezar esta crónica y hasta tener ya una estatua en la entrada del Nou Estadi. Partido grandioso el suyo: velocidad, detalles técnicos por doquier y dos goles. Él solito desnudó a la que hasta el momento ha sido la mejor zaga de la categoría. Abraham y Sergio se vieron sorprendidos en todo momento por el genio y el ingenio del delantero camerunés.
Pegó pronto el Nàstic: en el minuto 6. Un balón desde la izquierda le llegó a N'gal, que cruzó lejos de Calatayud. El gol espabiló al Hércules, que tuvo en un larguero de Tuni y un disparo de Rodri desde fuera del área sus mejores réplicas. Tras eso, otra vez N'gal. Se coló entre los centrales blanquiazules y picó con maestría para el 2-0. El partido quiso reservar lo mejor para el segundo tiempo.
Nada más iniciarse la segunda parte, el Nàstic tuvo dos clarísimas ocasiones -de N'gal y Jordi Alba-, pero fue el Hércules quien dio un paso hacia adelante. Tote, que ve el fútbol como pocos, culminó una buena jugada colectiva del conjunto de Mandiá. A partir de ahí la fe alicantina se tradujo en empuje y constantes llegadas. Fernando Sales y Sendoa asustaron en sendas ocasiones, pero más lo hizo una entrada de Mingo sobre Farinós -muy pitado, por cierto, ayer en Tarragona-. El lateral mereció irse a la ducha antes de tiempo. El árbitro lo dejó en amarilla. En ese punto llegaron los cambios, que destaparon las intenciones de cada uno de los técnicos: ambos querían el partido. De los seis relevos, cuatro fueron delanteros.
La cabeza... Quizás obviando las indicaciones de Ferrando, el Nàstic se fue a buscar la guinda de su pastel y cuando volvió alguien ya se lo había comido. Sus ataques dejaban unos espacios demasiado jugosos para un equipo que tenía hasta cuatro delanteros de distintos perfiles sobre el campo. Y, cuando quedaba nada y menos para el final, un centro de Sendoa lo remató Rubén Navarro. ¿Justo? ¿Injusto? Ni idea, pero ¡qué partido!