Siempre nos emocionará París

Copa de la UEFA | PSG 2 - Racing 2

Siempre nos emocionará París

Siempre nos emocionará París

El Racing remontó y pudo ganar. Traoré en propia puerta y Colsa igualaron el 2-0. Munitis, el mejor

Durante más de media hora, la inicial, el Racing sufrió un apagón en la Ciudad de la Luz pero, una hora más tarde, su reacción bien pudo provocar un cortocircuito. Un inmenso Munitis y el golazo de Colsa le rescataron para firmar una heroica remontada que deja al equipo cántabro con firmes posibilidades de seguir adelante en la UEFA. La derrota del Schalke en la jornada de ayer mantiene intacto el sueño europeo racinguista, que quedará a expensas del último partido del 18 de diciembre en El Sardinero ante el Manchester City. Y que nadie se tome esto como un ultimátum. Es un gran premio. Echemos la vista atrás y reconozcamos que todos lo hubiéramos firmado cuando esta maravillosa historia comenzó a escribirse.

Aunque, por qué negarlo, viendo a estos héroes doblegar a todo un PSG muchos se preguntarían anoche de quién fue la idea de acudir a Holanda izando la bandera blanca en la primera jornada. Poniendo a los suplentes y dando día libre a la ambición. Maldita moda de las rotaciones. Allí, frente al Twente, se perdió por dejadez y se entregó aquel partido de salida. Ése era otro Racing, otra mentalidad, otros jugadores. Pero aquellos puntos se cambiarían hoy por oro tras la genial machada firmada en París.

Una gesta que no fue gratis. Costó. Sangre, sudor y Navas (lesionado). Los de Muñiz pagaron caros sus errores defensivos del principio. En el primero de ellos, al poco de empezar, Lacen, que en su vuelta a casa se mostró generoso, entregó el balón a Kezman en el borde del área. Y éste no perdonó. 1-0. Después, Luyindula, el mejor de los locales, aprovechó el agujero defensivo que siempre existió entre Valera y Garay para aumentar la ventaja francesa. Menos mal que, cuando peor pintaba el panorama, Traoré remató en su portería un centro medido de Munitis. ¡Ay Munitis! Me pondré en pie para seguir escribiendo de él.

El jefe. Porque si hay que buscar las razones o los motivos que expliquen una reacción tan maravillosa bastaría con pronunciar su nombre. Una vez más, y van no sé cuántas, el ariete se echó el equipo a las espaldas. Otro hubiera dejado pasar el temporal atrincherado en su parcela. Pero no. Él jamás supo jugar al escondite. Abrió su reja, se liberó y comenzó a pulular libremente con dos objetivos: levantar las cabezas de sus compañeros y esquivar las sombras rivales. De su corazón nació el empuje que el equipo necesitaba y de sus botas surgieron las mejores ocasiones del Racing. Su genio contagió a Colsa, activó a Pereira y maquilló el caos defensivo... A partir de ese primer tanto que provocó, y que recortaba distancias, el Racing se adueñó del juego. Sólo el descanso interrumpió esta inesperada progresión salpicada por algunos sustos del PSG; cocinados por Luyindula y rematados por Kezman.

Con el reinicio del partido aún se vio una mejor versión cántabra. Un equipo más centrado, mejor colocado. Menos bisoño y con verticalidad. Una mejoría que Colsa rubricó nada más empezar. El soberbio disparo desde la frontal nació en su alma y murió en la escuadra. ¡Gonzalo ha vuelto!

Pero ni el empate ya valía. Casi 3.500 racinguistas y sus alientos merecían alguna emoción más. Y las hubo de sobra. Primero Serrano estrelló un balón en el palo con más genio que calidad y, luego, el Racing encerró a su rival hasta el final. Garay tuvo el triunfo en el descuento, pero erró. El tercer gol hubiera sido más justo y se recordaría como el broche perfecto a la celebración. Sin embargo, no se lamenten. El espumillón no caduca. Guárdenlo porque el 18 de diciembre hay otra fiesta. Invita Robinho.