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Liga de Campeones | Atlético - PSV

Campo vacío a mayor gloria de Platini

A puerta cerrada. Así se jugará el Atlético su pase a octavos ante el PSV, cumpliendo la sanción que le impuso la UEFA por los incidentes ante el Marsella: una carga de la Policía Nacional contra los ultras franceses y unos supuestos gritos racistas que no oyeron ni los delegados del organismo.

<b>IGUAL AMBIENTE. </b>El Atlético se entrenó ayer en un Calderón desierto, el mismo aspecto que tendrá hoy.
dani sánchez

El Atlético puede rubricar hoy en el Calderón su clasificación para los octavos y su afición, que llevaba más de once años esperando un día así, tendrá que verlo por la tele. Ese ha sido el resultado de la (in)noble cruzada de Michel Platini, jaleada por Pape Diouf, amigo, compatriota, presidente del Marsella y defensor de ultras violentos. Ambos estarán orgullosos y felices a las nueve menos cuarto, cuando la música de la Champions retumbe en un estadio vacío, pero dos horas después su sonrisa debería estar congelada.

Porque una victoria ante el PSV, al que ya pasó por encima en Eindhoven (0-3), le daría a los rojiblancos la clasificación y le mantendría con todas las opciones de arrebatarle al Liverpool el liderato, algo que ya tendría muy encarrilado sin aquel inverosímil penalti de Anfield. También el empate podría valerle al Atleti para pasar, siempre y cuando el Marsella no gane en la ciudad del Mersey. En todos esos casos, la turbia maniobra de Diuof se quedaría en una pataleta.

Injusticia. Pero una pataleta muy dañina para el Atleti, que perderá medio millón de euros en taquillaje, y sus abonados, que pagaron por un partido al que no podrán asistir. La pregunta que queda en el aire es cómo afectará el extraño ambiente a los futbolistas, que jugarán ante unas 500 personas: 312 periodistas, 75 miembros de cada equipo (cuerpo técnico, dirigentes y empleados) y los delegados de la UEFA, que se encargarán de escribir unos informes cuya utilidad está por definir, en vista de que nadie los tuvo en cuenta a la hora de sancionar al Atlético por unas acusaciones que los empleados de la UEFA no recogieron.

El partido. Y entre tanta comedia bufa, habrá fútbol. Del bueno. En el Atleti, Aguirre sólo cambiará algunos complementos (entran Coupet, Seitaridis y Raúl García) pero la base no se toca. Los inspirados Forlán y Simao comandarán la carga, a la espera de que Agüero vuelva en sí, algo que hará en cualquier momento y con estruendo, los genios son así. En el PSV, ese papel recae en Afellay, cuyo escudero Amrabat no viajó por lesión. En su talento y en la cabeza de Koevermans recaen las escasas opciones holandesas de aspirar a algo más que el tercer puesto del grupo, que da plaza en UEFA.

Y así, lo que debería ser una noche grande para el Atleti se queda en rocambolesco espectáculo. Tal vez hoy se responda la vieja pregunta de si hace ruido un árbol que cae en un bosque vacío. Si el Atleti gana en un estadio desierto, Platini y asociados descubrirán que sí se oye algo: el estruendo de la justicia poética tras la injusticia sancionadora. Los gritos de los 55.000 atléticos que se quedaron fuera cantando "sí, sí, sí, el Ateti ya está aquí" y "no, no, no, Platini no lo logró". O parecido.