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Liga de Campeones | Atlético 2 - PSV 1

La victoria silenciosa

El Atlético mereció ganar por una diferencia mayor pero terminó sufriendo. El PSV demostró que no pasa por su mejor momento y se jugará el pase a la UEFA en la última jornada. Simao, el mejor del encuentro, y Maxi hicieron los tantos colchoneros.

La victoria silenciosa
Jesús Rubio

El Atlético ya es uno de los 16 mejores equipos de Europa. El conjunto del Calderón ha rubricado su pase a los octavos de final de la Liga de Campeones once años después (aunque la vez anterior se pasaba directamente a cuartos). La noche no ha sido perfecta. La UEFA se ha encargado de ello como todos sabemos, pero la misión está cumplida, y eso es lo importante. Ya habrá tiempo para celebraciones, aunque a buen seguro que en todos los hogares atléticos se ha vivido una noche de fiesta. El fútbol esta noche ha hecho justicia con un equipo que se ha encontrado con todos los obstáculos posibles, y la noche en que al Calderón celebró en silencio la vuelta de su equipo a la élite ya es parte de la historia.

El Atlético sabía que la mejor forma de responder a todos los obstáculos que se le han puesto era con fútbol. Lograr una victoria tan clara que nadie pudiera poner objeción alguna y, de paso, brindar a su afición, cuya ausencia era sólo física, una noche de las que se recordarán para siempre. A pesar de las circunstancias, la noche era a priori propicia. Sólo hay que recordar el baño que recibió el PSV en la ida, y que el conjunto holandés marcha quinto en su liga, que no pasa por ser de las más potentes de Europa. Había razones para ser optimistas, y el Atlético refrendó pronto esas sensaciones.

El conjunto de Aguirre, en el palco por sanción, fue el amo y señor del encuentro en la primera mitad. No tuvo el balón mucho más que el rival, ni tan siquiera le avasalló, pero mostró algo de lo que normalmente no anda sobrado, seguridad. El conjunto madrileño estaba confiado, seguramente siempre lo está, pero esta noche además logró transmitirlo. En ningún momento dio la sensación de que el encuentro pudiera complicarse, salvo una ocasión de Méndez que salvó Heitinga bajo palos el PSV no tuvo ninguna aproximación seria. Las piezas rojiblancas cumplían su función, todas, sin excepción, incluso los más irregulares como Pernía o Seitaridis, o la pareja de centrales y el centro del campo, que realizaba un fútbol práctico y veloz, lo único que se les exige para que el estilo de este Atlético funcione, sin fallos tontos ni descuidos fatales.

Sólo faltaba la fiesta, esa que no es posible sin gente en las gradas, pero hasta ese importante detalle se subsanó en parte en el minuto 14, momento en el que un fantástico Simao, de jugada personal, lograba batir a Isaksson. En ese instante, como de la nada, se escuchó el grito de la afición, que como si llenara el Calderón, celebraba con los suyos el tanto del portugués. Pronto salimos de nuestro asombro, se trataba de una grabación que reproducían los videomarcadores, un homenaje a la afición, y un mensaje a la UEFA: El fútbol, sin gente, no es nada, un absurdo, el sin sentido más absoluto.

Tras el tanto, el PSV tuvo un tímido intento de reacción, pero la seriedad colchonera fue inamovible, el equipo se mantuvo sólido como una roca y fruto de ese dominio activo y pasivo, con balón y sin balón, llegó el segundo tanto, a la salida de un córner, en un remate de Maxi que fusilaba un rechace de la zaga holandesa. De nuevo las marcadores llenaban de alegría el estadio. Esperemos que la UEFA no se saque de la manga una sanción por celebración ficticia o cualquier otro absurdo motivo.

Al final tocó sufrir

La segunda parte se presentaba como un cómodo trámite a tenor de cómo se había desarrollado el juego. El PSV había perdido a Afellay por lesión, y sin su hombre más peligroso este equipo pierde muchos enteros arriba. Al Atlético le bastaba con mantener la concentración para celebrar un nuevo triunfo en la máxima competición continental, pero los planes se torcieron antes de lo previsto. Nada más reanudarse el juego, en una desafortunada jugada a balón parado el conjunto holandés recortaba distancias por medio de Koevermans.

Para colmo de males, Heitinga pedía el cambio al sufrir mareos, secuelas de un durísimo choque en la primera parte con Isaksson. Pablo entraba en su lugar. Tendría trabajo el central manchego. Como era de esperar, el tanto dio alas a un PSV que no había dado prácticamente señales de vida. El conjunto de Huub Stevens pasó a volcarse sobre el marco de Coupet en busca de un tanto que mantuviera sus esperanzas de seguir en esta Champions. A pesar de que el encuentro se había complicado el conjunto local no tenía más que mantener la filosofía que había mostrado hasta entonces y no dar ni un respiro al rival.

El empate no hubiera sido una catástrofe. Las noticias de Andfield no eran malas. El Liverpool iba ganando y eso clasificaba al Atlético aún empatando, pero complicaba mucho el primer puesto del grupo, teniendo en cuenta la encerrona que se vivirá en el Velodrome marsellés. Convenía sentenciar, y hubo ocasiones para hacerlo. La más clara en las botas de Sinama, que había sustituido al 'Kun', pero el francés estrelló el cuero contra el cuerpo de Isaksson cuando tenía todo a su favor.

Con el paso de los minutos, el acoso visitante se hizo más y más intenso. Tocaba sufrir, no podía ser de otra forma. El Atlético había hecho un encuentro para llegar al final sin sufrimientos, pero es el sino de este equipo. El final del encuentro se vivió con el corazón en un puño. Finalmente hubo final feliz. Coupet salvó la única ocasión, en un tiro de Dzduszsak, y los delanteros holandeses se habían puesto las botas al revés, al menos eso indicaba su puntería. El pase a octavos es ya una realidad, y hubo fiesta, en los aledaños del estadio, donde se dieron cita más de mil aficionados.