Osasuna tira de corazón

Le debía una Osasuna a su presidente. Patxi Izco, que estrenaba marcapasos, andaba triste viendo a su equipo último y sin saber ganar. También se la debía Camacho, que llegó como revulsivo y hasta ayer no ejerció. Consiguió la primera victoria pamplonesa de la temporada e igualó los guarismos de Ziganda, lo que tampoco tiene mucho mérito. Pero psicológicamente estos tres puntos son un potosí, porque los rojillos dejan al Recre como colista. Fue el triunfo del corazón malherido, capaz solamente de tirar un último cartucho que diese esperanzas. Y ese cartucho estaba en la cabeza de Pandiani, quién si no. El Rifle, que inutilizó el gol de Negredo y se fue para la grada para enseñarles su abdomen. "No estoy gordo", pareció quererles decir. Su tanto fue un desfibrilador.

Osasuna salió con más intensidad, algo que cuadraba con el guión, y a los 38 segundos Pandiani dio el primer aviso. Pero Azpilicueta cometió un cándido penalti sobre Pellerano y permitió a Negredo seguir expandiéndose en la historia del Almería como el mejor goleador de siempre.

Pintaba bien el partido para los rojiblancos, que tenían moribundo a Osasuna y a Camacho en la banda llevado por los demonios. Pero Guilherme hipotecó a su equipo. Tiene fama de andar corto de sesera el brasileño. Pruebas como ésta no ayudan a espantar su leyenda urbana. Cuando aún no se había difuminado la felicidad por el 0-1, plantó su codo en la garganta de Azpilicueta y dejó con diez al Almería y más de 80 minutos por jugar.

Se rearmó el Almería porque ya tenía las soluciones en el campo. Porque el extremo (Mané) es lateral y el mediapunta (Piatti), extremo. A esa recomposición natural hay que sumar que Negredo, ese Animal, hizo a la vez de nueve y de siete. Mientras Negredo estuvo en el campo, el equipo tuvo cuerpo. Arconada le quitó buscando un nosequé y el Almería terminó de perder el norte. Con lo bien que se había protegido...

Con viento a favor y un hambre voraz, Osasuna voló. Se quitó los complejos y transformó la necesidad en frescura. No sentenció antes porque Portillo no es Negredo. El ariete, que entró por el lesionado Pandiani, tiró dos goles. Juanfran le regaló un gol cantado que indefinió y luego mandó al poste un mano a mano con Alves.

Camacho recuerda los problemas osasunistas con el gol. Crear peligro, creó, pero tuvo que ser un rival quien abriese el camino de su primera victoria. Pellerano, en un partido para olvidar y con la cabeza vendada tras un choque con Juanfran, remató hacia su portería un balón inocuo. Nekounam cerró la fiesta tras un jugadón de Delporte, que se fue a perder tiempo al córner y acabó burlando a dos rivales. Dedicado al corazón de Patxi.