Tras caer en Girona, dio una impresión de desmayo, como si el equipo no hiciera nada de lo que usted esperaba. ¿Cierto?

Es que si yo esperase jugar como jugamos en Girona, me quedo en casa. Siempre espero y deseo lo máximo, en función de la capacidad que tenemos, el equipo que somos y la obligación que tenemos.

¿Esas caídas de tensión del equipo, tan frecuentes, las considera algo puntual o lo ve como un defecto estructural difícil de corregir?

Después de diez jornadas deberíamos tener mayor continuidad en la progresión de lo que hemos tenido. Nos movemos por impulsos. Tenemos momentos brillantes, en los que pasamos por encima del rival; y de pronto, perdemos ese ritmo, esa intensidad y el criterio. Pasa de un partido a otro y en un mismo partido. Nuestro problema es de continuidad.

¿Por qué no la tienen?

Si lo supiera, no pasaría O puede que lo sepa, que lo sé, y no me interese decirlo.

¿Es corregible?

Creo que sí. Esta plantilla tiene muy buena actitud, buen ambiente, capacidad Creo que es cuestión de tiempo. Hay una circunstancia con la que no había convivido nuncaa: qué supone para un equipo grande, de este nivel tan alto, haber descendido a Segunda División. Está comprobado que esos equipos tienen problemas de continuidad en el rendimiento.

¿Esos defectos son futbolísticos o psicológicos?

Con todo a la vez. Es la competición, nuestra presunta calidad y superioridad, la obligación de ascender y los hábitos. La suma de todo eso. Es algo que no había conocido antes en mi trayectoria... Por ahora estamos terceros. Y yo, como soy muy exigente conmigo mismo, con mi grupo de trabajo y con mis futbolistas, no me conformo. Los adornos no valen: estamos en Segunda y hay que subir. Necesitamos 75 puntos y llevamos 17 de 30. No son los puntos adecuados para ascender. Y esa es la lectura que debemos hacer. El juego debe mejorar porque, si juegas mejor durante más tiempo y más partidos, ganas más partidos.