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Copa de la UEFA | S. Lieja 1 - Sevilla 0

Vulgar, pobre y preocupante

Cuarta derrota consecutiva. El equipo se estanca por una crisis de juego alarmante. Los fichajes no convencen. El ritmo de Romaric, un problema.

Actualizado a
<b>CAE EN EUROPA. </b>Jesús Navas intentó sorprender a Espinoza mediante una chilena.
CAE EN EUROPA. Jesús Navas intentó sorprender a Espinoza mediante una chilena.

Hasta hace unos días, el Sevilla atravesaba una crisis de resultados inquietante. En Lieja alargó el problema: la crisis ya es también de juego. Quizá, lo más preocupante. Cuatro derrotas consecutivas es un récord alarmante en un equipo construido para alcanzar las mayores cotas. De momento, nada se ha quedado en el camino, pero las sensaciones que los sevillistas dejaron en el infierno de Esclessin invitan a un severo juicio interno de lo que se ha hecho y de cómo están las cosas. Urgen soluciones inmediatas.

Si el corazón se apaga, la sangre no llega al cerebro. Sin el cerebro, el cuerpo se queda plano, sin poder de reacción. Las ideas se nublan, el conocimiento y la razón desaparecen y las luces se apagan. El Sevilla se ha desenchufado por el centro. Maresca y Romaric jugaron a un ritmo lento y el equipo se hundió. El inicio prometía con un arranque de acciones y reacciones. Los dos conjuntos merodeaban las áreas contrarias con intenciones peligrosas, aunque con escaso veneno. El paso del tiempo descubrió, de nuevo, la herida que el Sevilla se abrió en el corazón hace ya algunos partidos. El príncipe Defour, un tipo joven con alma de futbolista grande, devoró a Maresca y Romaric, incapaces de crear nada y aguantar el ritmo de los belgas Witsel y el propio Defour. La aportación del fichaje estrella, Romaric, comienza a ser preocupante. Salvo momentos aislados en los que tira de la calidad de su pierna izquierda, lo demás son minutos desaprovechados. Llegó para asumir las vías de creación que se perderían sin Alves, pero su lentitud paraliza las salidas. Ante el espanto, Jiménez lo retiró del campo para, por lo menos, intentar jugar con once. Salió De Mul, que no se hizo notar tampoco.

Con esta debilidad a cuestas, Luis Fabiano y Renato se descolgaban para tocar el balón. Ayudaban a desenredar el lío, pero tomaban una distancia maratoniana con Espinoza. El Standard se atrincheró y por ahí asomó algo el ataque. Palop y Navas mantuvieron vivos a sus compañeros. El Sevilla se ha vulgarizado. Jiménez tiene un problema.