Copa de la UEFA | Racing 1 - Schalke 04
Tchité afianza al nuevo Racing
Memé adelantó a su equipo. Engelaar igualó. Muñiz puso el once de Valencia, que fue ovacionado
El Racing ha vuelto. Y esperemos que para quedarse. La exhibición que ofreció en Liga ante el Valencia el pasado sábado no fue una casualidad, sino un punto de inflexión. Muñiz fue el primero en captarlo y, por eso, anoche sabía que rotar era dudar. Puso a su equipo de gala, el mismo que en Mestalla, para hacer un guiño a la afición y dar así continuidad a esta gran semana. Y la jugada le salió perfecta. Su once, al que no retocó durante todo el partido, fue por momentos superior a todo un Schalke. Empató merced a un nuevo gol de Tchité y se jugará el pase ante el PSG a domicilio y frente al Manchester de Robinho en casa. El sueño aún no ha terminado.
La primera mitad fue de Champions. Con ritmo y llegadas. El equipo cántabro por fin supo explotar sus virtudes y ocultar sus carencias. Es decir, por una lado presionó con inteligencia y energía, juntó sus líneas como pocas veces hizo antes y dio la velocidad y dirección adecuada al balón. Además, evitó el espeso juego horizontal y no fue irregular. Cortó el que sabe, distribuyó el que nació con talento y tiraron los desmarques aquellos que poseen velocidad y veneno.
Destacar a un jugador sobre el resto en estos primeros cuarenta y cinco minutos sería injusto. Pero si digo Lacen, se oyen aplausos. ¿Qué hacía este chico en el Alavés? El franco-argelino fue vital en la recuperación y en la asfixia al rival. Su trabajo no se agotó en la defensa. El tremendo físico que tiene le dio para atacar mejor que el resto aunque en la segunda mitad perdió dos balones inconcebibles. Pero nadie le quitará que la primera acción con peligro nació en sus botas. El mediocentro robó en la medular, encaró a los centrales y, cuando estos le encimaron, abrió al costado de Pereira, donde el pequeño gran hombre esperaba engrasando su revolver. El balón le llegó en el pico del área y, desde ahí, desafió a su defensor. Se alejó de su sombra con una gran bicicleta y su disparo complicó a Neuer.
El peligro.
El Schalke, rocoso donde los haya, respondió minutos después con un gran obús de Engelaar desde la frontal, que forzó a Toño a sacar una mano prodigiosa. Kuranyi siguió la jugada con el olfato que le distingue, aunque disparó su rechace demasiado cruzado. Los alemanes avisaron que errar era morir. Así, sus mejores ataques se engendraron en el centro del campo local.
El Racing, lejos de dejarse amedrentar, reaccionaba a estas sacudidas. Y de qué manera. Siguió robando el balón arriba pero le faltaba algo de pausa. Más toque y mejor elaboración. La única vez que no se precipitó a partir de tres cuartos casi encuentra oro. Lacen arañó otro balón en su parcela. Lo metió en profundidad a Serrano y éste, solidario como siempre, lo cedió atrás buscando la incorporación de compañeros. Engelaar, en su intento por evitarlo, desvió el cuero hacia su portería. Susto para Neuer e ilusión para la grada.
Había garra y, sin embargo, los goles aparecieron en la segunda parte, en la que el ritmo y el acierto fue menor. Tchité golpeó primero al empujar un disparo en semifallo del Rata, que había bajado del cielo una gran asistencia de un excelso Munitis. Engelaar contestó con un zapatazo letal desde la frontal. Durante los últimos minutos los de Muñiz buscaron más la victoria y con la misma intensidad (¡renueven al preparador físico!), sin recordar que el Sporting le espera el domingo en un derbi añorado. Antes y después, los dos guardametas fueron decisivos. Ellos, Toño y Neuer, mantuvieron un empate con el que El Sardinero disfrutó y cantó bajo la lluvia. La gente sabe que a su Racing aún le quedará París.