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Liga BBVA | Valencia

"El fútbol y lo que estoy viviendo lo compensan todo"

Nació en Burgos, a los 15 días se fue a Oviedo y de ahí a Madrid. Sonriente y locuaz, el talentoso zurdo nos cuenta su experiencia hasta la fecha en el planeta fútbol. Porque 20 años no son nada...

Hugo Ballester
Juan Mata

Es hermoso ver la aparición de un talento joven. Tiene valentía, sentido del oportunismo, técnica en velocidad, astucia y personalidad para ponerle una bomba al partido. Goleador que se mueve por todo el frente del ataque, con frialdad y agresividad de asesino en sus decisiones, excelente conducción en carrera y carisma para seducir, incluso, al portero rival. Tan especial es descubrir al futbolista sobre el césped como hacerlo a mesa y mantel, como ciudadano de a pie que viste vaqueros y calza zapatillas deportivas. El encuentro se magnifica si te encuentras con un niño de 20 años que esconde alma de hombre. Curtido, experimentado y ambicioso, portador de bondad y humildad, virtudes tan admirables como un caño, un gol o un regate imposible.

Hay jugadores que no necesitan del barrio ni de la miseria para ser astutos y atrevidos. Juan Mata García vivió una adolescencia humilde y sencilla, familiar. Su abuelo y su padre se encargaron de inculcarle su mayor pasión: el fútbol. "Mi padre y me abuelo me llevaban a entrenarme y después de cada partido nunca me decían si lo hacía mal o bien, sólo me apoyaban. Cuando venían a verme jugar se ponían en un córner apartados y nunca decían nada. Otros padres presionaban a sus hijos, al árbitro, al entrenador y eso era algo que desde el campo te avergonzaba". Su madre Marta se preocupó por su educación, los estudios. Su hermana Paula fue su ángel de la guarda, su compañera, su amiga, su confidente. "Mi hermana es 18 meses mayor que yo y siempre estuvo a mi lado. Ha sido un ejemplo buenísimo para mí y compartíamos muchas horas juntos. Fuimos durante seis años a clases de canto y como es tan creativa, siempre estaba inventando canciones para que yo las cantara. Cuando me fui a Madrid, la echaba de menos", dice Mata con mirada nublada, cristalina. "¡El profesor de canto le dijo a mi madre que me dejara el fútbol y me dedicara al canto!", exclama entre risas. Tras pasar por el equipo del colegio, curtirse en los campos de barro de La Fresneda y el Juventud Estadio, el talentoso asturiano se enroló en las filas del Real Oviedo, su equipo del alma. "Sería un sueño poder retirarme allí. Es un histórico, es mi equipo de la infancia y siempre estoy pendiente de lo que hace. El primer partido que recuerdo como aficionado en el viejo Tartiere fue precisamente contra el Valencia", recuerda nostálgico Mata.

Dicen que alejarse ofrece mejor perspectiva de lo que sucede a nuestro alrededor. Comentan que el idioma o la gente, el enfrentarse al miedo, a la soledad o al frío nos hace más fuertes y para quien sobrevive a ello, queda una madurez prematura y extraña para la profesión. Con 15 años, Juan Mata se acercó a su madre y mirándole a los ojos le dijo: "Quiero irme a Madrid, estoy preparado". Fue tal la rotundidad que a ella no le quedó otra que desearle lo mejor, abrazarle y ayudarle en la distancia. "Me sirvió para madurar, crecer como futbolista y como persona y hacer muchos amigos. Vivíamos en una residencia de un colegio privado y las clases eran obligatorias. Por eso siempre digo que el Madrid me ayudó a crecer más como persona que como futbolista", sentencia.

Pero triunfar y conseguir jugar, siendo canterano, sobre la alfombra verde del Bernabéu queda al alcance de unos pocos privilegiados y por eso, los 10 goles en 39 partidos que Mata consiguió en Segunda con el Castilla no le valieron para que el primer equipo apostase por él. "La cantera en los equipos grandes tiene un trato injusto. Faltan oportunidades y es una lástima. Para mí son los jóvenes quienes deben sustentar las primeras plantillas por sentimiento, entrega y devoción a esos colores que llevan defendiendo desde benjamines", cuenta Mata en una de sus escasas declaraciones con el gesto serio.

Y entonces llegó el Valencia. "La decisión la tomé porque desde el primer momento se pusieron en contacto conmigo y apostaron muy fuerte por mí deportivamente hablando. En el proceso de la posible renovación se dijeron muchas cosas inciertas y yo estaba tranquilo porque sabía en todo momento quién me quería".

Mata aterrizó en Valencia, fue presentado y de ahí puso rumbo a Ermelo para conocer a sus nuevos compañeros. "Era un poco chocante porque un año atrás los veía por la televisión y había mucho jugador consagrado a nivel internacional. Casi sin creerlo estaba compartiendo vestuario con ellos y fue un día que no olvidaré. Para mí era muy importante firmar con 19 años en un equipo como el Valencia. Era un sueño llegar a la élite y desde que vine todo fue positivo. Jugar con Silva y Villa es una gozada".

Quique Sánchez Flores no contó con el genio zurdo, pero la llegada de Koeman cambió su vida. "Ronald fue el que me dio confianza y regularidad. Llegó en una situación delicada y apostó por un chico joven. Por eso le estoy muy agradecido. Lo que pasó después no fue bueno para el grupo y mi agradecimiento es en el plano personal por apostar de lleno en mí". Cortés y valiente.

La Copa del Rey y una noche para el recuerdo: el 16 de abril se convirtió en la más maravillosa de Mata hasta la fecha y el Vicente Calderón, en su teatro de los sueños particular. "Ese día fue todo mágico. Nos hizo olvidarnos de todo lo anterior y centrarnos sólo en ese partido. Banderas, bufandas estaba lleno de gente en las calles, rodeando el estadio, dentro horas antes del choque. Cuando salto al césped para calentar, levanto la cabeza y me encuentro medio estadio lleno, teñido de naranja y gritando sin parar. El otro medio estaba vacío y eso me puso el vello de punta. No podíamos fallarles", recuerda emocionado.

Alguien dijo una vez que la mejor forma de humanizar a los ídolos es encontrarse con ellos cara a cara. Al rato, tras palparlos y observarlos, pasará de la admiración a la competencia. Algo así le sucede a Mata, quien se ve inmerso en un vestuario rodeado de futbolistas a los que apenas dos años atrás, admiraba. "Vicente es un gran jugador y ante todo un gran compañero. Es una persona que me ha ayudado mucho y de la que he aprendido. También me sucede con Silva. Es uno de los mejores extremos de Europa, un fuera de serie. Además somos compatibles".

Como también sobran los elogios cuando uno le escucha hablar de su paisano David Villa, el Guaje. "Es el futbolista que mejor está ahora mismo. Es el máximo goleador, no para de marcar con nosotros y con España y la racha que lleva desde el final de la temporada pasada nadie la puede seguir. Recuerden la Eurocopa que hizo es un genio".

Tiene 20 años y sólo piensa en jugar sin parar. Aunque de vez en cuando, su mente se escapa hasta las calles de Oviedo, donde se encuentran sus amigos cenando y disfrutando de otro tipo de libertad. La de un joven veinteañero. "En ciertos momentos hablo con ellos y tengo envidia sana al saber que se van a cenar todos juntos y a dar una vuelta por ahí. Pero me dura poco porque el fútbol, lo que estoy viviendo, lo compensa todo. Es lo que soñaba de pequeño y no lo cambiaría por nada del mundo". Uno piensa en lo bueno que es, en lo fabuloso que puede llegar a ser. El asesino con cara de niño...