Copa del Rey | Ponferradina 1 - Sevilla 0
Sevilla, ridículo total
Lección de fútbol de la Ponfe y golazo de Portilla
A quien visita por primera vez el coqueto estadio de El Toralín (fue estrenado en noviembre de 2000) se le ponen los pelos de gallina cuando ve y escucha a 7.000 personas cantar al unísono una canción tradicional de estas tierras. "A Ponferrada me voy", a imagen y semejanza de la afición del Racing con su preciosa 'Fuente de Cacho'. Bufandas al aire, gargantas profundas y sobre todo, corrección. Mucha correción. Es una gozada venir a Ponferrada.
No es de extrañar que el Sevilla, que sacó una aparente buena alineación las pasase canutas hasta sucumbir. Los primeros 26 minutos de la Deportiva fueron de ensueño. El eléctrico Jonathan Valle, jugador cedido por el Racing, traía por la calle de la amargura a un Konko que sigue sin dar una a derechas. Tres impresionantes jugadas del cántabro por la banda; dos de ellas rematadas en boca de gol por Ismael Irurzun (ex jugador de Castilla, Málaga, Osasuna, Sporting y Racing) y... ¡qué dos paradones de ese buenísimo cubrespaldas de Palop llamado Javi Varas! Eran dos goles cantados.
El Sevilla no encontraba su lugar. Fazio y Romaric (otro sin su mejor fútbol a pesar de que le sobran zancada y calidad) eran sobrepasados por Jonathan Ruiz, Portilla (también cedido por el Racing) y por la calidad de un ex sevillista: Rubén Vega. Fran, un jugador muy querido en Ponferrada, era un coloso. Tal aluvión del conjunto berciano tenía un muro de calidad, un defensa como la copa de un pino que, sin dar una sola patada es capaz de no perder jamás su espalda: David Prieto. Les daremos un dato. El primer disparo a puerta de las huestes del ayer mosqueadísimo (no me extraña) Manolo Jiménez fue del belga Tom de Mul. Absolutamente inofensivo.
Visto lo visto, el de Arahal recurrió al mejor asistente de la Liga, Navas, en lugar de De Mul (no rompe. Y miren si tiene calidad...). Transcurría el tiempo y hubo que esperar ¡76 minutos! para averiguar que el portero del la Ponferradina se llama Alejandro. Sacó una buena mano para contrarrestar un zurdazo del Konko.
Y el Sevilla, sin enterarse. Quiso lanzarse con algo más de decisión a resolver la eliminatoria. ¡Falsa alarma! Quien quiso, le echó pundonor, casta y lo que hay que tener fue la Ponfe. Y el premio fue una maravilla de gol conseguido por Portilla de un certero y exacto lanzamiento cruzado desde fuera del área que hizo inútiles los esfuerzos de uno de los pocos que eludió el ridículo: Javi Varas. Imagínense la fiesta que fue el Toralín. Pitido final y mientras los leoneses sueñan con la hazaña, el Sevilla tiembla. El sufrimiento del año pasado contra el Denia puede transformarse en tragedia. Jugando así, este Sevilla no puede ir a ninguna parte. Ni en España ni en Europa. Ni en Sevilla.