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Liga BBVA | Valencia

"Lo que sé de capitán lo aprendí de Baraja"

Carlos Marchena pasa revista a la actualidad del Valencia y al pasado en el que fue protagonista en su club y en la Selección. El zaguero ché repasa sus inicios en la cantera sevillista y su traspaso al Benfica.

Miguel Á. Vara
Carlos Marchena
david gonzález

Entre el niño que iba todos los días de las Cabezas de San Juan a la Ciudad Deportiva del Sevilla al actual capitán del Valencia han pasado un porrón de años, disputado cientos de partidos y ganado un buen número de títulos. Pero Carlos Marchena no pierde la humildad, su meta es seguir siendo un tipo íntegro y es agradecido con todos aquellos que le han ayudado a recorrer este largo camino: de Sevilla a Valencia, con parada y fonda en Lisboa y coronación en el Prater de Viena.

"Entré en la escuela del Sevilla de alevín y a los 15 años me fui a vivir a Sevilla porque era muy pesado ir todos los días a entrenarme desde Cabezas de San Juan, que está a 50 kilómetros pero parecían 300 en el autobús de línea. Mi padre me dijo que si quería jugar, tenía que estudiar y doy gracias porque ahora tengo una carrera. Todo aquello me sirvió para madurar antes", recuerda el valencianista que de aquella época guarda relación "con varios compañeros, el que más Gallardo que también llegó a Primera, del resto algunos estuvieron en Segunda A y B". Criado en un ambiente humilde "mi familia era trabajadora, como todas en el pueblo, y mi padre trabajaba en el campo o de carpintero. Me llevaba a entrenar, se sacrificó por mí y desde que pude vivir del fútbol tengo claro que a mis padres no les va a faltar de nada porque han sufrido mucho". Tras una adolescencia en el cuadro de Nervión, la crisis del club y su descenso a Segunda le obligó a hacer las maletas rumbo a Lisboa: "Fue un momento muy duro. En 20 minutos me pusieron en el avión hacia un equipo al que no quería ir, pero me metieron en un despacho con cuatro personas y a las 12 de la noche y me lo dijeron claro: "O te vas al Benfica o desaparece el Sevilla". Y claro, me tuve que ir aunque no me gustara". Eran otros tiempos en el cuadro andaluz, que ahora está en la elite pero entonces sufría. "Me alegro por los sevillistas, porque han sufrido bastante y si yo ayudé a poner una pequeña piedra, me hace estar muy satisfecho".

En el Benfica estuvo un año, con compañeros como Poborsky o el ahora valencianista Miguel, pero tampoco fue el mejor destino: "Tuve tres entrenadores y dos presidentes. Aquello me hizo madurar más, pero en cuanto salió la opción de ir al Valencia ni pregunté el tema económico, dije que sí. Se abría la puerta de volver a España y encima a un club que venía de jugar la final de la Champions". Fue Subirats el que realizó el trueque entre Zahovic y Marchena. Un acierto a todas luces y una alegría en medio de un mal año, también aderezado por una experiencia que jamás olvidará, el campeonato del mundo sub-20 en Nigeria. "Gracias a aquello España conoció a ese grupo de futbolistas y la mayoría han llegado a Primera o a la absoluta. Allí estábamos incomunicados, no había teléfono y no sabíamos que todo el país estaba pendiente de nosotros. Cuando llegamos y vimos la que se había liado tuve claro que aquello nos iba a servir de mucho". De aquel torneo, "en el que el mejor fue Xavi pero le dieron el premio a Keita, que ahora es su compañero", Marchena recibió elogios nada menos que de Franz Beckenbauer: "Me hice una foto con él, pero no la tengo porque el fotógrafo no me la dio nunca. Fue un orgullo que dijera aquello sobre mí". Quién le iba a decir al Kaiser que, nueve años después, vería en directo a ese mismo defensor tumbar a su Alemania en la final de la Eurocopa.

De su juventud conserva la devoción por un grande de nuestro fútbol: Fernando Hierro: "Es un referente, el principal que tengo, recuerdo cuando entré al campo sustituyéndole en la Selección, es un recuerdo imborrable. También me gustaba Sanchís y Gordillo, aunque era del Betis, pero Hierro por encima de todos. En un partido vino y me dijo que me daba su camiseta, fue un detalle que un crack como ese se acordara de mí con 20 años". Ahora, convive con él en la roja, de la que Hierro es Director Deportivo: "Se siente muy cercano a los futbolistas, intento aprender de él cada vez que me encuentro con él". Y si de Selección hablamos, el defensor ché no esconde su pasión por el ex seleccionador: "Luis Aragonés es un mago, el maestro, el no va más porque le ha dado a España lo que no le ha dado nadie más". Ahora, con Del Bosque, tampoco le está yendo mal: "Me citó cuando sólo había jugado un partido, fue un mensaje que me mandó muy rotundo en el que me decía que, si estaba bien, tenía sitio en su Selección".

Y, si hablamos de España, hablamos de la Eurocopa, del mayor éxito que se le conoce a nuestro fútbol y que tuvo al valencianista como protagonista destacado: "Fue un orgullo pero no sólo por ganar sino por hacer feliz a la gente. Me quedo con un sms que me mandaron la mañana de la final, decía: "Hagáis lo que hagáis, gracias". Eso es muy bonito, un orgullo porque sabíamos que estábamos representando a todo un país, a millones de personas". Para Marchena, el principio de este bonito final estuvo unos meses antes, en la primera charla de Luis después de caer eliminados del Mundial de Alemania ante Francia: "Fue un trabajo duro de psicología, en ese partido nos dijo Luis: "Mirad chavales, el fútbol siempre da otra oportunidad y ustedes se tienen que convencer de que pueden ganar la Eurocopa. Nos ha eliminado Francia, que ha llegado a la final del Mundial y no fue mejor que nosotros así que podemos ganarle a cualquiera". Para mí, la primera piedra para ganar la Eurocopa la puso el míster ese día". La última, la final contra Alemania: "Soy un ganador nato y no podíamos dejar escapar el título".

Si la cara fue la Selección, la cruz fueron todos los problemas vividos en el Valencia, que a él le pillaron en medio y del que ofrece datos interesantes. "Nadie sabe realmente todo lo que hizo Baraja, me consta que luchó para que los tres compañeros no estuvieran fuera, que no pudo hacer nada más. Yo le acompañé a algunas reuniones y doy fe de que no pudo hacer nada más, rompo mil lanzas por Baraja". Aunque Marchena fue considerado afín a la presidencia, el zaguero está tranquilo: "Yo me acuesto sabiendo que no he apuñalado a nadie, que soy una persona recta y correcta. Yo fui al juicio sin que nadie incidiera en mi opinión, hablé con los tres apartados y les dije que yo iba adelante con la verdad". Carlos también respaldó a Koeman y ofrece sus razones: "Le defendí porque era nuestro entrenador y pensaba que era lo más inteligente, no entiendo el tirarse piedras a tu tejado".

Ahora, las cosas han cambiado a mejor "porque le vimos las orejas al lobo, estuvimos a punto de irnos a Segunda y nadie quiere repetir eso, se ha cambiado el chip y ahora estamos en el polo opuesto". Una de las decisiones que se han tomado esta campaña es la de que Marchena sea capitán y ahí vuelve a acordarse de un compañero: "Todo lo que sé de capitán lo he aprendido de Baraja, de verlo a él el año pasado. Digo una cosa: Si no llega a ser por Baraja igual ahora estamos en Segunda".

El presente del Valencia es el liderato y, el suyo personal, una petición de mejora de contrato no satisfecha. "Mi agente hace sus movimientos y le han dicho que de momento no. A mí me queda seguir trabajando y seguir mi camino". Que cada uno interprete lo que quiera. "El club decide, si ellos no lo ven... yo a seguir mi camino", insiste. ¿Su camino pudo haber ido a otra parte este verano? "Es normal que cuando ganas la Eurocopa otros equipos se interesen, pero yo dije que estaba a gusto en Valencia".

En el plano personal, Marchena desvela su afición por la pintura: "Todos los cuadros de mi casa menos dos los pinté yo. Son abstractos porque no tengo una habilidad especial". También le gustan "los cursillos sobre fiscalidad y los de idiomas" y sobre su fama de duro recuerda que "nunca he lesionado a nadie, pero en el campo no me escondo, soy un ganador y eso supone querer ganar todos los balones". Quizás esa declaración de intenciones sirva para resumir la filosofía de este triunfador.