Se llama Risto Kallaste, es estonio y en 1993 obligó a la International Board, organización encargada de definir las reglas del fútbol a nivel mundial, a modificar su reglamento. Estonia jugaba ante Italia en Trieste un partido clasificatorio para el Mundial de Estados Unidos y Kallaste, defensa, en el segundo tiempo, sacaba de banda desde el lateral izquierdo. Cogió el balón, tomó carrerilla, dio una voltereta con la pelota pegada a la cabeza y, cuando se iba a poner de pie, lo soltó. Y fue legal, porque cuando lo lanzó tenía los dos pies sobre el césped y las dos manos sostenían el balón. La potencia que le dio al balón, eso sí, es muy diferente a la que se logra con un saque de banda normal: casi desde el centro del campo la envió al área rival. El público vitoreó al estonio. Eso sí, al final del partido volvió a hacerlo y el árbitro le mandó repetir el saque, y sin voltereta, porque ésta la consideró ilegal.