REAL MADRID 2 - ESPANYOL 2
El Madrid vive al límite
El equipo de Bernd Schuster empata en casa frente al Espanyol gracias a los dos goles de un estupendo Raúl. Sneijder volvió a los terrenos de juego
En el ambiente del Bernabéu se mantienen aún los recuerdos de las dos últimas visitas del Espanyol, club amigo del Madrid y del fútbol. Postales de dos remontadas que sirvieron a los equipos de Capello y Schuster para ganar dos títulos, los dos últimos de Liga. Quizá por ello se esperaba más en el arranque del partido. Por eso y por los regresos, en uno y otro equipo, de Raúl y De la Peña, viejos amigos tantos años después.
El caso es que no resultó el comienzo todo lo atractivo que se esperaba. Sí llegó en el primer minuto el clásico desmarque de Higuaín, que la tiró arriba, y cinco después un cabezazo de Raúl. Pero el Madrid no era la locomotora que firmó soberbios comienzos en Sevilla y en San Petersburgo. Lejos de ello, prefirió dar metros al rival, con De la Peña al mando, y esperar algo que pudiera llegar.
El Espanyol se lo creyó y lejos de sentirse extraño se mostró dueño. Mimbres tenía y los aprovechó. Con Román, De la Peña, Nené, Luis García y Tamudo, los de Márquez tiraron de combinaciones hasta que en uno de los huecos Tamudo encontró la línea de fondo y también a Heinze desbocado. Penalti de libro y gol blanquiazul para que no se perdiera la tradición de las últimas remontadas.
El gol activó al Madrid. Sobre todo a Raúl, que siempre vuelve al lugar del crimen. Resulta cansado repetirlo, pero el capitán del Real Madrid merece un monumento en cualquier lugar del Santiago Bernabéu. Su pasión, su juego y su ascendente sobre compañeros, grada y club le siguen mostrando como alguien imprescindible en este equipo. Con rotaciones o sin ellas, Raúl representa como nadie el espíritu de este Madrid solidario, de este Madrid épico, de este Madrid convencido de salir bien librado de cualquier batalla, triunfante de cualquier guerra.
Por eso, cuando el Madrid estaba entumecido apareció Raúl para revitalizarlo. Primero con un gol de los de siempre, aprovechando su pericia en el área para rematar de cabeza un balón servido por Sergio Ramos al que no llegaron antes hasta seis jugadores. Y después, cuando el descanso llamaba a la puerta y el Espanyol se había vuelto a adelantar por medio de Luis García, con otro tanto made in Raúl.
En el piquito del área pequeña, el capitán se encontró con un balón rebotado que le pegó en la tibia, lo que le sirvió para quietarse de en medio a un defensa con un caño y dejársela muerta en el pie. Después llegó el recorte, el disparo, el gol (cuarto en Liga), el empate y la celebración señalando el siete. El siete de Raúl, salvador de nuevo para el Madrid y regresado para la batalla.
Partido eléctrico
Los vestuarios devolvieron al césped a dos equipos decididos y deseosos de todo. Durante quince minutos, Real Madrid y Espanyol ofrecieron un espectáculo eléctrico, de área a área, puñetazo va y puñetazo viene hasta que uno de los dos quedase en pie. A eso favoreció la salida de Robben, lesionado después, y el gusto que parece tener el Madrid por jugar al límite.
El Espanyol respondió al envite hasta que empezó a pensar en llevarse un puntito del Bernabéu. Los cambios de Ángel por Román y de Coro por De la Peña contemporizaron a los catalanes y dejaron al Madrid como solista del fútbol desatado. Un fútbol que fue decayendo por momentos sin que la medicina de Raúl pudiese salvar de nuevo a su equipo, un equipo demasiado acostumbrado ya a vivir al límite.