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Primera | Barcelona 3 - Betis 2

¿Se acordaba de Gudjohnsen?

Entró por Keita y en diez minutos salvó al Barça. El Betis se condenó con sus errores atrás

Fabián Ortiz
<b>OPORTUNO. </b>Gudjohnsen se lanza a controlar el centro de Alves, con su pierna izquierda. Le salió un toque al segundo palo, el 3-2.
OPORTUNO. Gudjohnsen se lanza a controlar el centro de Alves, con su pierna izquierda. Le salió un toque al segundo palo, el 3-2.enric fontcuberta / rodolfo molina

Pocos, casi nadie, se acordaban de él. Casi escondido en los sondeos que preguntan sobre las preferencias de los aficionados para hacer una alineación-tipo, sepultado por otros debates que ocupan y preocupan al barcelonismo (el gol, Bojan o Henry, la debilidad defensiva), Eidur Gudjohnsen apenas contaba para nadie. Puede que incluso hasta para Paco Chaparro. Entró en el minuto 70, por un Keita más aparente que eficaz, cuando el marcador mostraba un preocupante 2-2 para el Barça. Diez minutos después, todo el pueblo culé se acordaba de Gudjohnsen, alias Bacalao y otras hierbas. Sin querer, el islandés cazó un centro pasado de Alves y marcó con un acrobático toque de zurda al segundo palo.

Hasta ahí, el partido había tenido dos caras bien definidas, marcadas por el silbato del árbitro al descanso: ganó el Barça la primera parte y mereció el Betis la segunda, hasta que apareció Gudjohnsen.

Los buenos.

El Betis cometió dos errores que lo condenaron. En ambas ocasiones dejó sin vigilancia a Etoo, una ventaja que en el camerunés significa ir a buscar la pelota al fondo. En sendas conexiones con Messi, Etoo liquidó a una defensa que hasta anoche sólo había recibido un gol. La primera vez le rompió la cintura a Juanito, que se despistó en su marcaje, y disparó de derecha, arriba, con potencia. La segunda aprovechó un centro de Messi y remató solo, a un metro escaso de la línea. Ya suma 100 goles en partidos oficiales con el Barça.

Tras el descanso el Barça se durmió, no presionó arriba como antes, y creció el Betis. Monzón, de zurda, marcó de libre indirecto; había margen para creer. Luego empató Jose Mari, en el enésimo despiste de Abidal. Pintaba verdiblanco, pero Guardiola movió el banquillo, se acordó de Gudjohnsen y con él, todo el barcelonismo.