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Liga de campeones | Atlético 4 - Schalke 0

La noche del 'Kun'

Sergio Agüero fue el líder de un Atlético muy superior durante todo el encuentro. El Schalke dejó una pobre imagen, lejos del equipo de Champions que ha sido en los últimos años.

<b>LÍDER.</b> Agüero fue la auténtica estrella de la victoria rojiblanca sobre el Schalke.
Jesús Aguilera

A lo grande. Así ha culminado el Atlético de Madrid el trabajo de toda una temporada, la pasada, y puede decir al fin que ya está en la Liga de Campeones, la de verdad, nada de previas que de nada sirven. El Atlético vuelve al lugar que le corresponde por historia en una noche mágica, lejos del sufrimiento y los nervios habituales por el Calderón, y en parte, gracias a un joven genio, Sergio Lionel Agüero, que ante la atenta mirada de Maradona, se cargó el equipo a sus espaldas y comandó una victoria de ensueño. Ahora habrá que esperar suerte en el sorteo de mañana, habrá que ver como se da la fase de grupos, que la Champions es otro mundo, pero ahora, sobre todo, es el momento de disfrutar.

El arranque del encuentro no fue ni mucho menos el esperado. En los primeros minutos el Atlético tuvo el balón, pero no había elaboración. El equipo claudicaba en su propia precipitación, confundiendo términos. Se trataba de meter el miedo en el cuerpo a los alemanes, pero sin dejar el fútbol de lado. Así las cosas el Atlético desperdició el primer cuarto de hora, ese tan estratégico en eliminatorias cuando se juega en casa, y los alemanes comenzaron a venirse arriba.

Tras varios avisos con poco peligro, llegó el primer apoteosis de la noche. Por fin el Atlético echó el balón al suelo, lo movió de un lado a otro, con pausa y temple, y en pocos minutos se sucedieron las oportunidades hasta que, en el minuto 18, el Calderón se sumergió en una celebración orgásmica como hacía tiempo no se veía. En ese mágico minuto, el 'Kun', el salvador, el hombre destinado a llevar a este equipo al lugar donde se merece, batió de un cabezazo a Schober a centro de Perea y tras una gran ocasión de Forlán. El uruguayo también estaba esta noche, no al nivel de su compañero de ataque, pero estaba. Y Maradona enloquecía en la grada.

Por un momento olvidamos incluso que el trabajo no estaba hecho, faltaba el acabado. El conjunto alemán se descompuso con el tanto. Balón que rondaba las inmediaciones de su área se convertía en una patata caliente que quemaba en los pies teutones. La defensa atlética, también hay que decirlo, estaba hasta el momento espléndida, con un gran Ujfalusi bien escoltado por Heitinga. Sólo se echaban de menos las subidas de Pernía, demasido fijado por Jones en posiciones defensivas, lo que obligaba a Forlán a caer a la banda con demasiada frecuencia.

Tras unos minutos de sosiego, el Atléti retomó las hostilidades, y pasada la media hora, las 57.000 almas del estadio (menos las alemanas, claro) cantaban ya el segundo tanto de los de Aguirre cuando el balón de Simao, colocadito con el interior de su pie derecho, se estrelló con el palo. No pudo ser, pero el Atlético volvía a demostrar que cada ve que el balón recorría los metros que hicieran falta las ocasiones terminaban por llegar. Sólo faltaba que fuera el recurso a utilizar por defecto, dejando el patadón para momentos más apurados.

Se completa la fiesta

La segunda parte, esta vez sí, comenzó con el Atlético decidido a ir por la victoria. Quedaban 45 minutos para un gol, y no hubo que esperar mucho. Raúl García dio el primer aviso, pero fue Forlán quien anotó el tanto que daba la clasificación momentánea al Atlético. Y lo hizo a lo grande, un gol marca de la casa. Recibiendo en la frontal, recortando y disparando con uno de los cañones, el izquierdo en este caso, que tiene por piernas.

Hasta ese momento el Calderón había estado atípicamente callado, atenazado por un pánico injustificado a un equipo que dependía de un error del rival. El Schalke, por si solo, no había hecho nada en todo el choque, que estaba siendo demasiado sencillo, incluso plácido para lo que estamos acostumbrados. Y lo que son las cosas, con el segundo tanto, los miedos sólo se incrementaron. Un gol alemán daría al traste con todo, y la presión de las urgencias históricas comenzaba a notarse.

El Atlético se contagió de esos miedos y en pocos minutos la defensa comenzó a dar muestras de la tan temida inseguridad que no había aparecido hasta entonces. Un par de balones colgados y una cesión suicida de Perea bastaron para que el Atlético se echara atrás cuando quedaba aún media hora para el final. A los 25 minutos de la reanudación, Westermann cazaba un balón dentro del área rojiblanca y su remate a bocajarro era detenido por Leo Franco de forma milagrosa. La acción terminó de meter el pánico en el cuerpo de los colchoneros, y Aguirre reaccionó desde el banquillo. Forlán y Maniche abandonaron el terreno de juego y su lugar lo ocuparon Luis García y Assunçao. El portugués, cosas del fútbol, recibió una gran ovación del público. Su futuro parece más que nunca estar en el Calderón.

Los cambios surtieron efecto y la zaga atlética dejó de sufrir instantáneamente. El equipo se armó atrás y dejó el balón a los alemanes, confiando en el Kun para sentenciar el encuentro. Y los acontecimientos cayeron por su propio peso. Agüero que volvió loco a Howedes y Bordon durante toda la segunda mitad, dejó con el molde al brasileño, remató, capturó el rechace y sirvió el balón en bandeja para que Luis García empujara el tercero al fondo de la red. Ahora sí. Ya estaba hecho, por una vez no habría más sufrimiento, más dudas, más 'Pupas'. El Atlético estaba ya entre los grandes y era hora de disfrutarlo.

La fiesta se completó con el cuarto atlético, de penalti transformado por Maxi, pero en cuyo origen también estuvo Agüero, que dejó un balón sensacional a Simao para que fuera derribado dentro del área.

Pudo haber un quinto en un tiro de Maxi al palo, pero eso ya es historia. El Atlético, once años después, vuelve a la máxima competición continental. El himno de la Champions volverá a sonar en el Calderón, esperemos que por muchos años.