Pekín 2008 | Fútbol
Pasan Brasil y Argentina
No se verán hasta semifinales. Ronaldinho marcó 162 días después. El equipo le dedicó una fiesta
Fue un gol sucio. Un centro raso y envenenado al corazón de área de Spoonley, desde ayer nuevo miembro del club de fans de Ronaldinho. Varios jugadores se cruzaron con el balón, pero nadie lo tocó. Y así, llorando, entró en la portería de Nueva Zelanda, rival balsámico para un Brasil que necesitaba recuperar la sonrisa de Ronaldinho. El balón besó las redes y Brasil improvisó una fiesta entorno a Dinho. Los suplentes corrieron a abrazarse con él y los titulares hicieron una piña encima suya. Fin de la sequía. De un plumazo desapareció la saudade de El Fardo, como le han bautizado sus detractores. Hacía 162 días que no marcaba. Desde aquella chilena en el Calderón. Sus tantos, luego anotó otro más, completaron la goleada de los Juegos (0-5) ante un rival tierno. Un triunfo que le mete en cuartos, donde puede cruzarse con Camerún, que ya le derrotó en Atenas 2004.
En Argentina el gol también provocó una explosión, pero de adrenalina y tensión. Desatascó un partido áspero convertido por los australianos casi en una reyerta. Riquelme y Messi llevaron la batuta, pero fue Lavezzi, con un derechazo cuando el partido languidecía, el héroe de la batalla. Argentina ganó y también está en cuartos. Y lo hizo siendo fiel a sí misma: con su juego racial. Ambos preparan los cuartos mirando de reojo a la semifinal del 19. Brasil vuelve a divertirse, Argentina no deja de competir. Dos formas de ganar. Pero del duelo del 19 sólo saldrá uno victorioso: el fútbol festivo de Brasil o el arrabalero de Argentina.