Pericos, tengan paciencia

Para no deprimirse hay que tener en cuenta que estamos en pretemporada, en época de ajustes, de cambios, de asimilación de conceptos. El verano sirve para correr, cargar pilas, subir la autoestima, espantar fantasmas del pasado y comenzar a creer en cosas positivas. Pero Bartolomé Márquez tiene problemas. Pese a que es momento para comprender, parece que a sus futbolistas les cuesta impregnarse de sus ideas y que cuando parece que lo tienen claro, luego no saben plasmarlo en el terreno de juego. Cierto es que a más de uno, los goles de Rufete y Tamudo, en la segunda parte, les pudo saber a gloria, pero pese a las intenciones del entrenador, el colectivo pareció tener el GPS averiado; nadie encontró la senda al mejor fútbol, el de toque al que parecen estar capacitados y del que nadie tiene dudas de que pueden lograr.

Lo único que salvó al equipo de Márquez de salir escaldado tiene una explicación sencilla: Os Belenenses es uno de los peores equipos con los que el Espanyol se ha enfrentado en los últimos tiempos (comparable al Ergotelis de Creta, con el que hace un par de veranos se midieron en la isla griega). Aún no se había cumplido un minuto, cuando un fallo de Dani Jarque dejó a Marcelo sólo ante Kameni; el africano leyó la mente al brasileño y evitó la fiesta en Restelo; minutos más tarde, más de lo mismo. Esta vez, el que falló fue Sergio Sánchez, que casi anota en propia puerta tras errar en la cesión de cabeza al africano. Sólo un lanzamiento de falta de Luis García y otro remate del asturiano dieron vidilla al equipo, descentrado y sin orientación alguna.

Sistemas.

Márquez acostumbra a decir que no se quiere encasillar en uno y ayer lo demostró. El 4-3-3 de la primera parte dio paso a un 4-4-2, que poca cosa aportó. Los bostezos de los adeptos y la gesticulaciones de Márquez confirmaban que la cosa seguía igual que una hora antes. Jonathan siguió peleando con criterio en ataque (marcó, pero antes habían señalado falta), Moisés lo ganó todo en la zona ancha, pero de poco sirvió, ya que a la hora de crear, las ideas eran más bien nulas.

Tamudo marró un penalti, pero poco después hizo un gol que recordó su inicio de pillo: rozó la bola con la mano, despistó al portero local y su remate entró mansamente en la portería. Al capitán le supo a gloria: sabe que no está fino con el balón en los pies y esa definición, posiblemente le dará un poco de aire.

El equipo ya está en casa, pero el martes viajará a Holanda. Las intenciones, pese a ser pretemporada, serán las de seguir sumando. Ayer se aburrieron hasta las moscas. Es pretemporada y hay excusa, pero muchas cosas deben mejorar para tener garantías de éxito.