Conquistó el Mundial dejando atrás el catenaccio
Marcello Romeo Lippi (Viareggio, 12 de abril de 1948) llegó a la élite de los banquillos subiendo escalón a escalón desde la categoría más humilde. Futbolista discreto, jugó 10 temporadas en la Sampdoria sin mucha gloria, empezó su carrera como técnico en 1982 en los juveniles del club genovés y de ahí fue pasando por modestos como el Pontedera o el Pistoiese. En 1993 llegó al Nápoles y clasificó a los del San Paolo para la UEFA. De ahí al estrellato. La Juventus fichó a Moggi como director general y él se llevó a Lippi de inmediato. Acertó: esa temporada ganó el Scudetto y la siguiente la Champions. En total, ganó cinco ligas con los turineses en dos épocas distintas (por medio entrenó dos años al Inter sin ganar nada, su único punto negro).
Este amante de los métodos de Rinus Michels llegó a la azzurra tras el fracaso de ésta en la Eurocopa 2004. Mandó al olvido el catenaccio de su predecesor, Trapattoni, para enseñar al mundo, gracias a Pirlo y Totti, que Italia también podía ganar un Mundial atacando. Tras éste dejó los banquillos para escribir un libro sobre el éxito en Alemania (La Squadra) y comentar partidos en televisión.