Cuartos Eurocopa 2008 | Croacia 1 - Turquía 1
El milagro como táctica
Turquía elimina a Croacia pese a que perdía en el 119'
Fue una tragicomedia, una agonía, nunca un partido. Y nadie domina el martirio como Turquía, equipo de retales que se alimenta del reloj. Hubo tercer milagro y Croacia murió desangrada ante un Rustu circense en el papel de héroe y villano.
Turquía arrancó el sainete advertida de la advenediza presencia de trescuartistas croatas (Modric, Kranjcar y Rakitic). Sobrepobló el campo rival y ensució el primer pase balcánico. La estrategia funcionó hasta que Modric, príncipe de los pasillos, madrugó 20 metros su escurridiza presencia. Croacia se desperezó al ritmo del genio de Zadar: paredes cortas, diagonales, pases largos... En el minuto 18 Turquía había reculado tanto que Modric se asomó al área sin avisar regalando un delicioso centro que paseó por delante de la defensa turca hasta que Olic empañó la jugada estrellando su remate en el palo. Le siguieron dos llegadas por la izquierda de Rakitic y Pranjic sin final feliz.
Turquía, angustiosamente instalada en el fútbol agónico que exprime en esta Eurocopa, respondió con disparos ásperos de Topal y Altintop que paliaron su anémica producción ofensiva. El caudal de ambos era antagónico: tsunami ante goteo. El fútbol industrial balcánico era sometido por la mortificadora presión turca. Nihat cauteloso, afilaba sus garras esperando su momento para dar el zarpazo. Missing.
Sin noticias de Rustu, buena cosa para Turquía, la segunda mitad arrancó densa. Pero el meta entró en escena. Se durmió y Olic casi lo rentabiliza. Justificadas las dudas, Croacia atendió las sospechas de Bilic sobre Rustu. Dejó de andar y comenzó a pisar su área al trote. Con Modric siempre pasaba algo. Pero jugaba solo.
El encuentro reclamaba un protagonista: el príncipe Modric, el villano Rustu o el paciente Nihat. A la hora, nadie había dicho su última palabra. Ni la primera casi. Bilic hizo acopio de talento con Petric y Terim emponzoñó más la medular. El tedio gobernaba el choque con una Croacia incapaz y una Turquía indolente. Modric aportaba neuronas, Olic testosterona y Rustu suspense.
Olía a prórroga cuando Petric arañó una falta en la que Srna eligió el palo del cómico Rustu, pero el meta repelió el remate. Justificada su presencia, el pánico y el cansancio ganaban terreno cuando Rosetti nos castigó con la prórroga.
Milagro rojo. Bilic apostó por Klasnic, hombre resucitado para el fútbol. Pero la prórroga, tortura roja, fue turca. Olía a milagro cuando Modric rebañó un balón a Rustu y asistió a Klasnic. Parecía el fin turco. Error. En la última, Senturk clavó su volea en la escuadra de Pletikosa. El partido moriría en los penaltis. Y allí se fraguó la tragicomedia vienesa. Modric, flor en el basurero, falló. Y el villano Rustu se erigió en héroe. ¡El fútbol, puro teatro!