Eurocopa 2008 - Cuartos | Croacia
Tito prohibió a Slaven Bilic jugar con Yugoslavia para castigar a su padre
El progenitor del técnico encabezó unas revueltas estudiantiles en 1971
Fumador y bebedor de café compulsivo, Slaven Bilic, seleccionador croata, es uno de los personajes de esta Eurocopa. Sin ir más lejos, el pasado viernes, en el encuentro Croacia-Alemania, esperó al árbitro De Bleeckere en la bocana del túnel de vestuarios para recriminarle una amarilla que había enseñado a Simunic al final de la primera parte, tal y como hiciera su mentor Miroslav Blazevic en Francia-98, mientras Prosinecki, antiguo compañero de habitación de Bilic durante cinco años y ahora su segundo, intentaba separarle.
Ese carácter indomable que mostró lo adquirió siendo aún un niño, transmitido por su padre, doctor en Económicas en la Universidad de Split, que en 1971 organizó unas revueltas estudiantiles para pedir al gobierno de Tito una mayor autonomía para Croacia. El dictador replicó a las protestas con multitud de detenciones, pero evitó hacer del padre de Bilic un mártir: le dejó en libertad, pero toda su familia fue sometida a una radical vigilancia policial para controlar sus movimientos.
Años después, y con la cercanía del Mundial juvenil de Chile 87, Bilic, pese a tener un tobillo roto, soñaba con acudir a la cita con compañeros como Suker, Boban, Mijatovic, Asanovic, Stimac, Jarni... La selección se proclamó campeona, pero Bilic ni siquiera fue convocado. Nunca fue citado para jugar con ninguno de los equipos de las categorías inferiores de la selección plavi y tampoco lo haría con la absoluta. Con el paso del tiempo, supo la verdad: fue castigado para, así, sancionar a su padre. Ese acto de injusticia le sirvió para su futuro: se convirtió en un reputado abogado y en uno de los pilares del nacionalismo croata, como demostró tras derrotar a Austria, poniendo un tema de un cantante ultrarradical en el vestuario.