EUROCOPA 2008 | ESPAÑA
Una vida con semáforos
El paso por Salzburgo nos ha obligado a adaptarnos al horario europeo y olvidar por dos días las costumbres españolas de Neustift. Allí quedaron la música de Los Delinqüentes y sus calles sin semáforos.
Después de doce días en Neustift, la localidad del Tirol, al pie de los Alpes, en la que residimos la mayoría de los enviados especiales españoles que seguimos a la Selección en la Eurocopa, llegó la hora de volver al mundo y asumir sus normas.
En Neustift, como en muchos de los pueblos de España, no hay semáforos. Para cruzar una calle es suficiente con mirar a un lado y a otro para ver que los coches están a la suficiente distancia como para permitirnos pasar al otro lado. En Salzburgo, los muñequitos verdes y rojos y los pasos de peatones han regresado a nuestras vidas y nos recuerdan que no es recomendable cruzar la calle por el sitio que mejor nos parezca.
Durante dos días hemos dejado atrás la tranquilidad de nuestro pueblo, sin que ello quiera decir que Salzburgo es una ciudad bulliciosa, pero también los horarios españoles de los que disfrutamos en Neustift, cuyos habitantes han hecho un esfuerzo por adaptarse a nuestras costumbres y por aprender las palabras básicas de nuestro idioma. Comer casi a las cuatro de la tarde o cenar a partir de las once de la noche ha pasado a ser un hábito en este pueblo tirolés.
En Salzburgo, una ciudad preciosa y cuya visita es muy recomendable, se convirtió en una misión casi imposible encontrar un restaurante abierto para cenar cuando todavía no eran las once. Sin darnos cuenta nos golpeamos de frente con los horarios europeos, esos mismos que también nos obligan a madrugar un poco más si queremos desayunar en el hotel.
Lo que nos sigue acompañando es la música española y en este apartado sale ganador Neustift. Oír el Aserejé, versión alemana, en una cervecería de Salzburgo es mucho menos estimulante que ese sentimiento garrapatero de Los Delinqüentes que nos alegra las noches en Neustift.