Suspiros de España

Manolo. Los que creemos que Vázquez Montalbán creó un nuevo lenguaje para hacer que el fútbol fuera una metáfora de la vida nos preguntamos ahora qué estaría pensando Manolo de la guerra europea. De la sorpresa turcocheca hubiera sacado un símbolo de la actualidad: los turcos no se rinden nunca, arañan en la frontera de Europa con las ganas de un recién nacido. Si el partido hubiera durado más habrían goleado a los checos.

La naturaleza. El fútbol es la vida, sorprendente. Lo celebraba Manu Carreño en Cuatro como cuando José Luis Coll vino aquella tarde de El Escorial y dijo: "He visto El Escorial. ¡Es cojonudo!" Cada vez que el fútbol te sorprende es como si se reinventara, como si no hubiera existido hasta que lo ves de nuevo. Ese partido Chequia-Turquía vale por todo un campeonato, como algunas de las jugadas de Holanda, o como el gol de Villa. Sólo por eso debemos bendecir el veneno que nos nutre.

¿Cuál de los tres? Le pregunté ayer al escritor Javier Marías, en Santillana del Mar, qué selección prefería como rival en cuartos. Italia, no, es demasiado fuerte. Rumanía se fortalece. Francia, quizá Francia, Francia está más débil. Nos tocará Italia, por tanto.

Suspiro. El suspiro español es a favor de Francia, que está mal. Y una percepción: si Italia supera los cuartos, a pesar de los titubeos, es candidata a ganar el campeonato. ¿Qué no? Vayan a la historia de los fracasos intermedios y verán cuántas lecciones nos da el pasado.