Yo digo Carlos Marañón
Con el estilo y el toque no basta
Aquién quieres más, a papá o a mamá?, nos preguntábamos viendo el relevo de Xavi por Cesc. Según avanzaba el partido contra Suecia, nuestros delanteros perdían protagonismo en favor de los peques: Xavi, Iniesta y Silva tomaron el mando. Mientras ellos tuvieran el balón, la cosa estaría tranquila. Demasiado tranquila. Pase lateral, pase lateral, pase lateral... Al tercer bostezo, gol de Suecia. Aprovechemos que todavía no se han dado cuenta. Lo raro es que ningún rival de la Selección sitúe a un perro de presa sobre la marca de Xavi Hernández, el ancla de la Selección. Pero ayer la brújula estaba desnortada, y tuvo que coger la manija Cesc (¿de verdad es tan dificil pronunciar 'sesc'?), y aún así, ni por esas. Porque el plan del toque no acaba de resultar. Y con el gol de Ibrahimovic se nos cayó el tiqui-taca encima con todo el equipo. Al once del toque y el dominio horizontal no le entraba la tercera marcha.
Nos había encantado el plan B del primer partido contra Rusia. El contragolpe, los espacios, las carreras de los puntas, el "aguántala tú, que yo me desmarco"... la velocidad. Y en estas llegaron los suecos con su físico playero y acabaron con los espacios en busca del empate. Ni siquiera tuvieron que quitarnos el balón. Eso sí, ganó el único que quiso ganar. Lo malo es que eso no quiso decir nada sobre el juego de la Selección. Ni bien ni mal, sino todo lo contrario. Con el agravante de que el nivel de exigencia va subiendo en el torneo. Al final resolvieron los mismos de siempre, entre la estrategia y un balón largo, dos de las soluciones que nunca imaginamos que serían definitivas en el equipo dirigido por los peques. Los pequeños marcan el estilo, pero todavía no son determinantes, y cada día que pase lo van a tener más complicado. "Si nos confiamos, somos muy malos", dijo una vez Pedro Mari Zabalza, entrenador de porte religioso. Claro que aquel míster navarro decía eso de su equipo, Osasuna, sin saber que iba a convertirse en Ley Universal del fútbol. Las soluciones cancheras, en las orillas de nuestra supuesta personalidad, han vuelto a salvar a un equipo al que no le basta sólo con el estilo. Si nos confiamos...