Eurocopa | Actualidad
¿Alguien ha visto una garrapata?
No hay noticias de la "gran amenaza" de esta Eurocopa. Nadie ha tenido contacto con las garrapatas, esos "peligrosos" animales que "pretendían" convertir este torneo en la Garrapata Cup.
Son ya diez días los que llevamos en tierras austriacas y no hay rastro de ellas. Nadie las ha visto. Esa plaga que amenazaba con que esta Eurocopa fuera recordada como la Garrapata Cup, como dice un buen amigo de L.A., no ha hecho acto de presencia. Qué lejos quedan ya esas "alarmantes" noticias publicadas hace meses y en las que se nos invitaba casi a dejar hecho el testamento antes de venir si cometíamos la osadía de acudir a Austria sin vacunarnos.
La mayoría de los enviados especiales no nos vacunamos y, por ahora, hemos logrado sobrevivir. Como sobreviven Santi Cazorla y Sergio García, dos de los futbolistas de la Selección que no se vacunaron antes de viajar a Austria. Lo cierto es que si algo no preocupa nada en este viaje es cruzarse con una garrapata.
De lo que no nos advirtieron esas informaciones es de la colonia de moscas que habita en Neustift y mucho más útil hubiera sido venir avisados de ello. Vale, podemos llegar a admitir que la garrapata es un animal del demonio, una amenaza para nuestras vidas. Aunque por el momento sólo sea una amenaza fantasma. Pero si hay algo molesto de verdad, hasta el punto de conseguir quitar parte de su gracia a estos maravillosos parajes es la compañía de una mosca.
Su lugar preferido son los alrededores de los restaurantes del pueblo y nada mejor para acercarse a estos invasores llegados de España que hacerlo en las terrazas de estos establecimientos. Antes de que el camarero te haya preguntado qué deseas comer ya tienes a estos pesadísimos y desagradables animalillos haciéndote la vida imposible.
Admitamos nuestra culpa por sentarnos en una terraza para intentar comer, pero son tan pocos los momentos de sol y tantos los de lluvia, que cualquier rayo que aparece es bueno para intentar degustar al aire libre las riquezas culinarias del Tirol. Optamos entonces por refugiarnos en el interior, pero antes de alcanzar nuestra mesa observamos que alguien ha sido más rápido y ha llegado antes. Ahí están las insoportables moscas dispuestas a hacernos compañía durante toda la comida. Y así día tras día. En cada comida, en cada cena, como si del día de la marmota se tratase, la historia se repite.
Lo peor es que no se esperan cambios. Y es que nadie nos dijo que teníamos que vacunarnos… por si las moscas.