El reparto

El seguro. Iker Casillas ha hecho su fortuna parando balones imposibles. En las quinielas de su selección es el único seguro; nadie cuestiona su puesto, tan peligroso, además, que nadie lo quiere. En los anuncios de Cuatro lo proponen como un héroe mitológico. Está blindado, es El Seguro de España.

El rápido. Se mueve como si fuera insomne, hasta que arranca. Y cuando arranca es veloz como el hambre. Mete goles con el rabo, casi, como los gatos, y se llama Villa. Han querido quitarle el 7, pero él se enamoró de ese número y el seleccionador se lo dio, sin que mediara mucha pugna.

El mirón. Es de Albacete, se llama Andrés y sólo queda rendido ante la gastroenteritis. Una sola vez -y ante los peruanos, en un amistoso- se le vio perder los nervios. De resto, es sufrido como la ropa, y silencioso. Es un antiguo alumno de José Ramón de la Morena, y ha esperado con la paciencia de los sabios su oportunidad de oro. Los demás le buscan. Es el ojeador, el que mira.

El culpable. Ahí estará, en el banquillo, haciéndose cruces si hay fallos. Él sabe que si ganan ganarán todos, pero que si pierde España el culpable será él. Le llaman sabio porque alguien lo vio callar; pero luego se ha ido de la lengua. Últimamente está melancólico, como si le fuera a pasar algún terremoto. Luis Aragonés adivina el ruido antes de que se produzca. Pero el ruido no siempre predice un trueno. A lo mejor viene un relámpago y este es el año de España. Entonces será el siglo de Luis.