Una semana después de lesionarse, Pogbrenyak vuelve a casa. El menisco izquierdo ha derrotado al delantero del Zenit, a quien los médicos rusos habían dado luz verde para jugar, con dolor pero sin riesgos. Hiddink decidió quedárselo en el equipo, pero el futbolista está poco acostumbrado a sufrir (es su primera lesión seria, a los 24 años) y no se fiaba de sí mismo.

La permanencia de Pogbrenyak había supuesto el primer desencuentro entre el presidente de la Federación, Vitali Mutko y Hiddink. Nada más lesionarse el ariete, Mutko aseguraba que éste debía ser reemplazado. Horas más tarde, Guus desautorizaba a su jefe: "Se recuperará con los fisios". Aquella contradicción se saldó con un comunicado oficial: todo era "un malentendido". Y Pogrebnyak siguió en la concentración.

El gimnasio y la piscina han sido los lugares habituales del jugador estos días, pero el futbolista ha seguido cojeando sin razón aparente. "Tiene miedo", explicaba Hiddink. "Él mismo ha decidido irse". Un médico de la UEFA certificaba la lesión por la mañana. Por la tarde, con la cabeza gacha, el delantero del Zenit contemplaba el entrenamiento de sus compañeros sentado en un banquillo. Antes había intentado dar unos pasos sobre el campo y cojeó hasta desistir. Luego se marchó a operarse a Múnich.

Las concentraciones futbolísticas son como casas de Gran Hermano, aunque las cámaras permanezcan fuera del recinto principal. Cualquier chispa puede hacer saltar por los aires la estabilidad del grupo, recuerden si no lo que ocurrió hace seis años con Albelda y su entrepierna en Corea. Aquel problema desembocó en un definitivo clima de enrarecimiento alrededor del equipo dirigido por Camacho, en la eliminación pocos días después. Seis años después, el damnificado y su cizaña viven, afortunadamente para España, en terreno enemigo. Del huevo de Albelda a la rodilla de Pogrebnyak.

Oleg Ivanov será su relevo en la lista de 23

El puesto de Pogbrenyak lo ocupará Oleg Ivanov, un joven extremo del Krylia al que el Hiddink había embarcado para que se fogueara con el equipo, pero que al que le caen del cielo un dorsal y quizá algunos minutos. Ayer, antes de que se hiciera oficial la sustitución, Guus reunió a ambos jugadores para que dieran una imagen de unidad que puede haber desaparecido totalmente. Las concentraciones futbolísticas son como casas de Gran Hermano. Cualquier chispa puede hacer saltar por los aires la estabilidad del grupo, miren si no a Albelda y su entrepierna en Corea. Aquel problema desembocó en un clima de enrarecimiento alrededor del equipo de Camacho, en la eliminación pocos después. Tras seis años, el damnificado y su cizaña viven, afortunadamente para España, en terreno enemigo.