Caminero se despidió ayer como director deportivo del Valladolid, después de tres años en el cargo. No fue un acto emotivo, no se le quebró la voz ni soltó una lágrima, como ocurre en algunas despedidas de este tipo; incluso cuando Caminero tomó asiento junto al presidente Carlos Suárez, en la abarrotada sala de prensa de Zorrilla, soltó con tono jocoso: "¡Mira que si ahora decimos que esto es una broma!".

Evidentemente no era una broma. De hecho, ha sido una decisión muy meditada desde hace tiempo, según el propio Caminero: "A pesar de que hasta última hora muchos han intentado convencerme, yo tenía claro que al acabar la temporada, aunque el equipo hubiera descendido, me iba a ir".

Se ha especulado mucho con la marcha de Caminero durante los últimos días y él desveló ayer los motivos reales, negando en rotundo posibles malas relaciones con el presidente Carlos Suárez: "Me voy por desgaste. Estos tres años han sido muy duros. Me encuentro mentalmente bloqueado. He leído y escuchado que mi marcha se debe a que me llevo mal con el presidente y no es así. Han habido roces normales entre jefe y empleado, pero fuera de eso Carlos Suárez es mi amigo. En su día hizo una apuesta arriesgada al ofrecerme el cargo y siempre le estaré agradecido por ello".

El ya ex director deportivo del Valladolid reconoce que se va satisfecho con su labor: "He hecho lo que más me gustaba. Además, he estado cerca de los jugadores y eso me ha hecho llevarlo mejor".

A casa. Caminero afirmó que continuará viviendo en Valladolid, "seguiré yendo al estadio a ver al equipo", dijo, y confirmó qué va a hacer a partir de ahora: "Me voy a mi casa, no a ningún club. Necesito desconectar y recuperar mi antigua vida. Me estoy planteando sacarme el título de entrenador. No sé si en un futuro volveré a desempeñar el cargo de director deportivo, desde luego como mínimo en seis meses no". Se rumorea que podría desempeñar labores de comentarista en radio o televisión, incluso ya en la Eurocopa.