Zaragoza 2 - Real Madrid 2
El Zaragoza se condena solo
Los errores del Zaragoza en el remate le han condenado a luchar por evitar el descenso en la última jornada contra el Mallorca. Cuando uno se está jugando la vida no se pueden malgastar tantas ocasiones de gol como hizo el Zaragoza.
Son tiempos duros para el Zaragoza, un equipo construido para estar en la zona noble de la clasificación y que en la última jornada de Liga se jugará la permanencia en Primera en Mallorca. Contra el Real Madrid, que presentó una alineación con varios suplentes, se vio un resumen de lo que ha sido este conjunto durante el curso. Mucho corazón, mucha entrega, demasiada ansiedad, momentos, pocos, de buen fútbol, una defensa endeble y una torpeza infinita en el remate. Escribió el peruano Julio Ramón Ribeyro que quien no conoce la tristeza deportiva, no sabe nada de la tristeza. En Zaragoza saben demasiado de tristezas.
En un partido muy abierto, demasiado para los intereses del Zaragoza, y con un rival, como el Madrid, que siempre propone el toque frente al físico, no se pueden malgastar tantas ocasiones de gol. Sólo alguien que viva en la abundancia puede permitirse ese lujo. Por ejemplo, el Madrid, que, con el título ya ganado, ponía en juego la dignidad y el prestigio. No fue un rival sencillo, pero tampoco el peor enemigo que se podía encontrar el Zaragoza, que cometió el pecado de dejarle tocar, de perder el balón. Por muy relajado que esté, nada le gusta más que eso al Madrid.
Comenzó bien el Zaragoza, muy enchufado, como exigía el guión, y a los diez minutos Sergio García tiró un caño espectacular a Cannavaro, que quedó retratado, pero definió mal ante Dudek, que completó un encuentro más que correcto, con alguna intervención de mérito, incluido un mano a mano al final frente a Sergio García. Después fue Diego Milito, quien después de un error de Sergio Ramos, que intentó sacar el balón jugado de tacón, no fue capaz de superar al portero polaco. Sí acertó Oliveira cerca de los 20 minutos. El brasileño marcó a puerta vacía después de una gran acción individual de Sergio García, el mejor de su equipo. Ganó la espalda a Marcelo y le regaló el tanto a su compañero.
El gol no centró al Zaragoza, todo lo contrario. Perdió el balón y con ello la iniciativa. Van Nistelrooy sólo necesitó cinco minutos para empatar. Robinho rompió el fuera de juego, César rechazó su disparo y el holandés sumó su tanto número 14 en la Liga, una cifra de mérito si se tiene en cuenta el tiempo que ha estado de baja.
El empate inclinó el encuentro del lado del Madrid, que comenzó a sentirse más cómodo y a tocar. El Zaragoza empezó a sufrir y ya no dejó de hacerlo hasta el final. Logró al menos mantener el empate hasta el descanso. Un paradón de César a un cabezazo de Ramos evitó el segundo del Madrid y poco después apareció de nuevo Ramos, esta vez para sacar bajo los palos un tiro de Oliveira.
Salió con fuerza al Zaragoza en la segunda parte, pero entre sus errores en el remate y la inspiración de Dudek la portería del Madrid se fue haciendo cada vez más pequeña. Sufrió momentos de acoso el Madrid, que se veía atacado por todos los flancos. Las oportunidades de gol se sucedían para los locales, pero todas tenían el mismo destino y terminaban en nada. Y cuando Dudek se vio superado, el larguero repelió un cabezado de Aimar para dejarlo todo como estaba.
La desesperación aumentaba en La Romareda, que temía estar viendo el último partido de Primera en mucho tiempo. Pero como todo lo que va mal aún puede ir peor, a falta de un cuarto de hora Robinho rompió el fuera de juego y superó con sutileza a César. Silencio absoluto, el desastre para el Zaragoza, que nunca se rindió y siguió en busca de un empate que llegó de la forma menos previsible. El reloj se acercaba al tiempo añadido cuando un balón cayó en los pies de Sergio Fernández. El central tuvo toda la tranquilidad que le faltó a sus compañeros de ataque y consiguió un tanto para la esperanza.