Primera | Valencia 1 - Zaragoza 0
El Valencia acaricia la salvación
Silva anotó el único tanto del encuentro. El juego del Zaragoza, faltó de intensidad, era impropio de un equipo al borde del descenso. Albelda volvío a saltar a jugar en Mestalla una vuelta después.
La salvación está cada día más cerca para el Valencia. El conjunto 'che', tras una temporada para olvidar, ha cumplido su último e inesperado objetivo, la permanencia. Y como casi siempre pasa, para que unos rían otros deben llorar, y esta vez le toca al Zaragoza, que vuelve a dar un paso atrás en sus aspiraciones tras su victoria de la semana pasada ante el Depor. Virtualmente el Valencia es equipo de primera. La salvación matemática dependía de los tropiezos de Valladolid y Recreativo, y sólo estos últimos fallaron. Caso bien diferente es el del Zaragoza, que se queda a un punto de la plaza de descenso que resta por asignar, y que por el momento ocupa el Recreativo.
El Valencia no hizo nada del otro mundo, pero lo hizo bien, es decir, jugó bien, que no vistoso. Vamos, como el Valencia de los títulos, de la época dorada, y que tenía que haber sido el de toda la temporada. A eso recordó, de lejos, el Valencia de hoy. Lo único que le faltó fue la pegada de otros tiempos y la solvencia a la hora de ganar en su campo, pero poco más se le puede pedir al peor equipo en casa de la liga. Es sólo un reflejo de que los problemas de este equipo no son relativos a la calidad de la plantilla. En lo anecdótico, el choque nos dejó el regreso de Albelda a Mestalla. El capitán ingresó en el terreno de juego en el minuto 90 sustituyendo a Villa, y en un momento complicado.
El conjunto visitante desperdició gran cantidad de minutos por su falta de decisión. Sólo en los al borde del final se fue descaradamente hacia el gol, con los mismos problemas de juego, pero al menos con determinación, algo que no había ocurrido prácticamente en los noventa minutos anteriores.
Silva desnivela
El Valencia se hizo acreedor de la victoria desde bien pronto. El Zaragoza se desinfló demasiado pronto. Tuvo un comienzo esperanzador, propio de un equipo en sus circunstancias. Mantuvo el balón, no se dejó intimidar por el espectacular ambiente de Mestalla y miró hacia el marco de Hildebrand? durante los primeros diez minutos de juego. El resto de la primera mitad fue completamente para el Valencia.
Los hombres de Voro, se hicieron con el dominio del centro del campo. La trama nacional planteada por el técnico valencianista tuvo el día bueno. Baraja, Silva, Vicente, Joaquín y Villa se entendieron a la perfección de medio campo para adelante, aunque alguno de ellos sigue sin mostrar el nivel de otras épocas, como Vicente, y otros han cogido una dinámica irregular, como Silva.
El de Arguineguín fue el encargado de abrir el marcador a los 19 minutos tras un buen pase de Baraja, que este tramo final de liga está siendo de los mejores (recordemos la final de Copa). Poco antes sólo un cabezazo de Villa a pase de Joaquín que César desbarató había creado peligro. El Valencia mostraba su capacidad de llegar por cualquier parte, tiene equipo para ello, pero las cosas a veces no salen como deberían. El Zaragoza mostró poca capacidad de reacción. Sin Aimar ni Milito sobre el campo, quién lo diría al principio de la temporada, sólo Sergio García intentaba sorprender a Hildebrand. Hacía falta algo más.
El resto de la primera parte tuvo un discurrir apacible. Salvo una remate de Villa, que envió el balón al palo (por fuera), no hubo ninguna ocasión relevante. El Valencia se limitó a ejercer ese control del encuentro que antes realizaba tan bien y que era secreto de su éxito. Un poco a la italiana, con ventaja en el marcador y a dejar correr el reloj sin pasar apuros. El Zaragoza la verdad es que se lo ponía bastante fácil.
El oficio valencianista contra la inoperancia maña
La segunda mitad discurrió más o menos como su predecesora. Se vio en el Zaragoza un tímido atisbo de reacción, pero luego fue incapaz de acercarse al marco de Hildebrand durante un buen rato. La entrada de Aimar apenas cambió las cosas y Villanova, poco después, hechó el resto dando entrada a Matuzalem en lugar de Chus Herrero, lesionado, y a Diego Milito por Luccin, que volvió a hacer alarde de sus limitaciones para jugar el balón. El Zaragoza aglutinaba en el césped un total de 6 jugadores de clara vocación ofensiva.
Curiosamente, el menos ofensivo de todos ellos, Gabi, tuvo la mejor ocasión para su equipo. Un tiro lejano que se marchó rozando el poste. Pésimo bagaje a estas alturas de encuentro. El Valencia seguí a lo suyo, confiado en su capacidad para contener el caudal ofensivo maño y poder sorprender en alguna jugada aislada.
En los momentos finales, cuando se acercaba el minuto 90 el Zaragoza intensificó su ataque. El gol estuvo cerca por primera vez de cualquiera de los dos equipos, aunque siempre más del Valencia. Los visitantes se vieron en superioridad numérica tras la expulsión de Silva en el 86, pero ya no quedaba tiempo. Incluso pudieron volverse a casa con otro tanto en contra, pero César salvó un disparo de Miguel en el último suspiro.