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Primera | Atlético de Madrid 3 - Recreativo 0

Camacho huele a Champions

El Calderón vivió al fin un día tranquilo. Doblete del canterano. Agüero marcó su golito. El Recre, muy pobre, se complica la vida. El Atleti roza su objetivo

<b>LA ESTRELLA. </b> Ignacio Camacho celebra con una alegría inmensa uno de los dos goles que le marcó en el partido de ayer al Recre. Fue su estreno goleador en Primera.
LA ESTRELLA. Ignacio Camacho celebra con una alegría inmensa uno de los dos goles que le marcó en el partido de ayer al Recre. Fue su estreno goleador en Primera.

Camacho cumple hoy 18 años. Maldito. Recuerdo a duras penas cómo celebré yo la entrada en la mayoría edad (legal, que la mental es otra historia). Botellón, calimocho, Extremoduro y veintitantos colegas. Él lo hizo con un fiestón, dos goles, 40.000 amigos y la musiquilla de la Champions sonando de fondo (aunque aún no muy alta, por si acaso). Eso es una celebración y lo demás son tonterías.

La víctima de la puesta de largo del canterano atlético fue el Recreativo, del que se esperaba más. No apareció el fútbol alegre que ha caracterizado la era Zambrano, con Sinama anulado por un Perea implacable y sus centrocampistas sufriendo la resurrección a pura fuerza de voluntad de Raúl García y el definitivo estallido de Camacho. Mal día para jugarse media salvación.

Porque el Atleti llevaba mes y pico dando tumbos, deshaciéndose por momentos. Desde el convincente triunfo en el Pizjuán, sólo había vivido desgracias (Villarreal y Betis), mediocres empates (Valladolid y Getafe) y victorias ridículas (Almería). La Champions estaba a tiro, pero parecía empeñado en perderla. Ganar al Recre no era necesario, era indispensable. Si de paso recuperaba parte del prestigio dilapidado y el favor de su estadio tras la bronca de hace dos semanas, miel sobre hojuelas. Lo logró, sin excesos, pero con solvencia.

Colaboró el Recre, que no atacó de inicio a la fuente de casi todos los desastres rojiblancos: los nervios. Basta con intentar atacarle para que el Atleti se ponga atacado. Y a partir de ahí ya sólo se trata de esperar la inminente autodestrucción. Esa era la función de Sinama y Ruben, darle un par de sustitos al miedoso rival. Pero nada. Ni una simple intentona. Y en cuanto vio que no iba a sufrir atrás, la confianza atlética se disparó.

Ayudó Agüero, claro. En media hora ya había desmontado el magnífico inicio de Martín Cáceres (gran central cedido por el Villarreal, ése club que hace tan mal las cosas) con un par de regates marca de la casa y dos goles segados por sendos fueras de juego, uno que era y otro que no. Mientras Forlán, que ayer jugó su partido número 50 de la temporada, lucha contra el agotamiento que le nubla la vista, Kun sigue como una rosa. Cualquier día la grada se cae en una de esas machadas marca de la casa en las que persigue 40 metros a un rival para recuperar la pelota en campo propio. Una estrella sin estrellitis, la mejor noticia para el Atleti.

Pero ayer el que abrió la lata fue Camacho, la gran ilusión de la cantera que la sentida afición rojiblanca llevaba esperando desde don Fernando Torres. El chaval va como un tiro por alto y aprovechó una salida dubitativa de Sorrentino para adelantarse y cabecear a gol. El Calderón no aplaudió como en un gol cualquiera, consciente de la importancia y del autor.

Sin historia.

El Recre ya no se levantó de la lona y no dio señales de vida hasta el 67', cuando Sinama se escapó por única vez de Perea y su tiro cruzado rozó el palo. Pese a su gris partido, el francés sería un complemento de lujo para Agüero y Forlán, por velocidad, inteligencia y ganas. Pero para entonces, el Atleti ya había cerrado la contienda después de que Poli se durmiera en la banda y Cáceres se resbalase en el área permitiendo a Maxi regalarle el 2-0 a Agüero. Le dieron facilidades, cierto, pero pocos jugadores hubieran perseguido ese balón que se llevó La Fiera. He ahí un capitán.

El partido estaba resuelto, pero quedaba el último acto de consagración del protagonista: Camacho. Era su día y nadie le iba a quitar el foco, por más que lo intentase Pérez Lasa, que en un partido plácido logró acumular tarjetas irrisorias a Raúl García y Cáceres, sendos penaltis a Maxi y Camuñas e inexistentes fueras de juegos decisivos a Kun y Sinama. Un monstruo el tío.

Pero volvamos a chaval. Una falta lateral, rechaces, balón suelto y allí apareció él para rematar rapidísimo a la media vuelta como un delantero puro. La locura. El Atleti ya tiene un ídolo, Agüero, y una reserva espiritual, Camacho. Un buen principio si amarra esa Champions que roza. El Recre llegó en peligro y se fue en alerta roja. Fue la víctima directa de una gran explosión.