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Osasuna 1 - Real Madrid 2

El oficio de ganar Ligas

El Real Madrid se ha proclamado campeón de Liga, la 31ª que consigue, después de imponerse a Osasuna en un partido que remontó en los últimos cinco minutos. Puñal marcó después de un penalti absurdo de Heinze, Robben empató de cabeza e Higuaín marcó el gol que cerraba la Liga y obligaba al Barcelona a hacer pasillo al campeón el próximo miércoles.

<b>31 LIGAS.</b> Con el gol de Higuaín el Real Madrid se proclamó campeón de Liga, la 31ª que gana.
31 LIGAS. Con el gol de Higuaín el Real Madrid se proclamó campeón de Liga, la 31ª que gana.REUTERS

Lo que para otros parece una empresa superlativa, un trabajo ímprobo, para el Real Madrid es una costumbre, una cuestión casi rutinaria. Mientras muchos clubes, la mayoría, buscan ganar Ligas para cambiar su historia, el Madrid las gana precisamente para estar a la altura de su historia, para no defraudar a su pasado y mantener el prestigio de una entidad construida sobre los pilares más sólidos posibles: las decenas de títulos que exhibe en su museo.

Sin poder presumir de un fútbol exceso, salvo en momentos muy puntuales, el Madrid se agarró al oficio para negociar la travesía por una Liga que se ha merecido ganar. Nadie ha ocupado más tiempo el liderato que él y desde esa posición uno dispone de margen suficiente para manejar con habilidad la presión y los malos momentos. Hubo incluso su espacio para la épica, con esa reacción en los últimos cinco minutos contra Osasuna que permitió al Madrid voltear un partido que perdía sin merecerlo para terminar ganando la Liga. Volvió a surgir la figura de Higuaín, especializado en aparecer en los momentos calientes. Sacó la falta que permitió a Robben empatar de cabeza y logró el tanto que proclamó al Madrid campeón de su 31ª Liga.

El duelo en Pamplona exigía personalidad y músculo, pero por encima de todo, cabeza. Quizá por ello el técnico del Madrid, Bernd Schuster, combinó en el centro del campo la colocación de Gago con la sutileza de Sneijder y el trabajo de Diarra, que suplió al lesionado Guti. Pero como el fútbol continúa siendo de los jugadores más que de los entrenadores, los equipos no limitaron su lucha a la zona central y la extendieron a todo el campo. Esto hizo que el choque, que comenzó con mucho ritmo, se fuera descontrolando durante el primer tiempo hasta convertirlo en una sucesión de viajes de un área a otra.

Ritmo sin control

Azpilicueta, Plasil y Vela, escoltados por Puñal y Astudillo, obligaron a realizar un esfuerzo extra a los centrocampistas del Madrid, que gastaron demasiadas energías en la contención, lo que les restó lucidez con el balón en los pies. Lo pagaron Saviola y Raúl, perdidos entre los defensas de Osasuna y a los que no les llegó un balón en condiciones durante toda la primera parte. Robben supo buscarse mejor la vida, pero el holandés tomó muchas precauciones para proteger sus tobillos y cuando tuvo el balón pareció más preocupado de evitar las patadas que de inventar.

El Madrid salió con decisión y en el primer minuto Saviola puso a prueba a la zaga navarra. Fue lo mejor del argentino en toda la noche. Osasuna apareció revolucionado, con demasiada potencia sin control. Por momentos le pudo la ansiedad. Se jugaba la vida y así seguirá con toda probabilidad hasta la última jornada. El Madrid pareció con los nervios más templados. Si de algo puede presumir este club es que nunca ha tenido miedo a ganar. En su rival sí había miedo a perder.

En estos viajes de una portería a otra aparecieron actores secundarios como Diarra, que puso a prueba a Ricardo con un potente disparo desde fuera del área, y Azpilicueta, que volvió loco a Heinze, que terminó viendo una tarjeta que le impedirá medirse al Barcelona en el clásico del miércoles. También hubo espacio para el lucimiento del de siempre, Casillas, que dejó en nada todo intento de Portillo, que en contra de lo habitual apareció como titular. El resultado fue el mismo que cuando es suplente, no marcó.

Expulsión de Cannavaro

El encuentro fue bajando de ritmo, se hizo más previsible hasta que nada más salir de los vestuarios Cannavaro mostró su versión más torpe para dibujar un partido diferente. Estaba avisado el italiano, que ya había visto una tarjeta en el primer tiempo, y a los quince segundos de la reanudación se ganó la segunda como si fuera un juvenil. Golpeó por detrás a Plasil, dejó a su equipo con diez y ya sabe que no jugará contra el Barcelona por sanción. No lo podía haber hecho peor en menos tiempo.

Diarra se puso de central hasta que Torres salió por Saviola para recomponer tácticamente el equipo. Ramos volvió a ser central y Sneijder, Raúl y Robben ocuparon la derecha, la izquierda y el centro. Intercambiaron sus posiciones y comenzaron a ganar el partido y el título.

Con uno menos, se vio la mejor versión del Madrid, que se creció, ocupó mejor los espacios, creó más peligro y Osasuna se asustó, se derrumbó físicamente y perdió el control del balón. Fue menos equipo que en el primer tiempo y centró sus esfuerzos en la defensa, más por necesidad que por convicción. El contragolpe parecía la única opción para llegar hasta Casillas, pero Heinze quiso competir en torpeza con Cannavaro y estuvo cerca de regalarle la victoria a Osasuna. Sus compañeros lo impidieron. Un córner sacado por Plasil lo despejó el argentino con la mano y el lanzamiento desde los once metros lo convirtió Puñal. Faltaban sólo seis minutos para el final y era la tercera ocasión de Osasuna en toda la segunda parte. Se le anuló un gol por mano de Vela y Pandiani, que había sustituido a Portillo, probó a Casillas de lejos. Muy poco para merecer tres puntos.

Apareció entonces Higuaín, que había sustituido a Raúl, para hacer al Madrid campeón a tres jornadas del final. Primero sacó una falta para que Robben cabeceara a gol. El mundo al revés. El presunto delantero centro asiste y el extremo remata. Con el partido agonizando, Diarra llevó el balón hasta el área de Osasuna, Ramos conectó con Higuaín y el argentino cerró el partido y el Madrid comenzó a celebrar su 31ª Liga. El miércoles, a las 22:00 horas, el Barcelona hará pasillo al campeón.