Fútbol | Los entrenadores de moda
De jornaleros en el campo a triunfadores en el banquillo
Marcelino y Spalletti encabezan una generación de técnicos brillantes que no destacaron como jugadores
La pizarra que seduce a Europa se fraguó entre sofás y armarios en una vieja fábrica de la Toscana, a escasos metros de donde nació Leonardo da Vinci. Allí Luciano Spalletti adaptó "la inspiración de la sugerente Holanda de Cruyff al fútbol difícil de campos pequeños que aprendí en las pizarras de Guidolin, Ventura y Carpanessi". Al Spalletti técnico le marcó su pasado como braccianti (bregador) del fútbol: "No pasé de ser el típico centrocampista trabajador de la Serie C".
Cesare Prandelli, entrenador de la atractiva Fiorentina, compartía el mismo rol en la numantina Juventus de los 80, pero él sí saboreó el éxito. También el pujante David Moyes, técnico del Everton, recorrió miles de kilómetros en Escocia antes de colgar las botas para dirigir al histórico Preston North End. Y otros como el charrúa Pablo Correa cruzaron el charco junto a su paisano Carlos Curbelo en 1995 para probar suerte en la Segunda gala. En el 98 sus goles ascendieron al Nancy y diez años después lo dirige con éxito con Gastón, hijo de Carlos, como estilete.
Una brillante generación de entrenadores, antes modestos jugadores, en la que aparecen dos discretos mediocampistas españoles: Marcelino García Toral, técnico del Racing, que recuerda socarrón que "cada vestuario que pisaba, bajaba: Racing, Levante, Elche...". Y el técnico almeriense Unai Emery, interior que asomó su pierna izquierda a Primera con la camiseta de la Real Sociedad. Hoy sus desenfadadas pizarras postulan un fútbol atractivo cuyo primer mandamiento, el ofensivo, lo recita Spalletti: "Movimiento arriba. Para hacer goles hay que tener oportunidades, no delanteros. Intercambiar posiciones y ser imprevisibles manejando opciones en ataque como presionar con balón o salir rápido al espacio".
El segundo precepto, el defensivo, lo glosa Prandelli, cuya Fiore (4-3-3) fue la menos goleada de la pasada temporada en Italia. Este pretoriano de la Juve no heredó su credo de Trappatoni, lo hizo de Gaetano Scirea: "Él me enseñó las claves de la defensa. Primero: anticiparse. Segundo: si tú tienes el balón, no lo tiene el rival".
Marcelino apunta otra pauta: "Alegría, intensidad, no especular. Mis jugadores son los que mejor se entrenan de Primera. Es la mejor receta". La formación es otro pilar. Así, Emery tomó "de Irureta los laterales largos y de Capello, el equilibrio defensivo", mientras Correa defiende que "los diplomas no te hacen entrenador, pero te ayudan a ser más competente". Y todos cuidan la relación técnico-jugador. Marcelino no ensaya "nunca un once. Es una cuestión de justicia. Sólo discrimino el domingo". Y el Roma de Spalletti es el único de Italia en el que las concentraciones son opcionales.
Una hornada que hace suyo el discurso de Prandelli: "El triunfo de Grecia ha impuesto un fútbol resultadista que aparca el talento y la fantasía". Hasta que llegaron ellos, ayer proletarios en el campo, hoy aristócratas del banquillo.
Veteranos:Luis, Jabo, Villanova...
El boom de la nueva generación de entrenadores coincide con una revitalización de los técnicos más veteranos del fútbol español. En la Selección española manda Luis Aragonés con sus 69 años, mientras el Zaragoza echó mano de Javier Irureta (60 años) en un primer momento, y después de otro ilustre de los banquillos de la Liga, Manolo Villanova (65 años). Los viejos rockeros se resisten.
Spalletti huye del modelo italiano
Para el entrenador romano en Europa se cultivan cuatro escuelas de juego muy diferenciadas: "En Francia no se cuida la táctica, el fútbol inglés es físico y en España es donde mejor se juega. En Italia, por desgracia, desde los 18 años te dicen todo lo que tienes que hacer en cada momento. Coartan tu iniciativa y eso no es beneficioso para los chicos". Spalletti renuncia al catecismo del calcio: el catenaccio.