La Real busca el ascenso donde se le fue una Liga

Balaídos. Vaya recuerdos trae ese estadio para un aficionado de la Real. Hace cuatro años habría sido un partidazo entre equipos de Champions. Y hace cinco un encuentro por ganar la Liga para la Real. El 15 de junio de 2003, el equipo txuri-urdin necesitaba ganar para jugarse el título en la última jornada en Anoeta. Pero el Celta se jugaba entrar por primera vez en Champions. Y ganó para dejar un amargo recuerdo en la Real. Mikel Aranburu, el único superviviente que habrá hoy sobre el campo de aquella cita, es el mejor ejemplo de cómo han cambiado las cosas en unos y otros en sólo un lustro.

Hoy se vuelven a encontrar en ese mismo escenario, en Segunda y en un partido con el objetivo del ascenso para la Real. Desde aquella fecha el fútbol le debe una alegría en Balaídos. ¿Un trocito del ascenso vale por aquella Liga perdida? Por algo se empieza. Porque la Real no puede permitirse un tropiezo. Si gana, dormirá en ascenso. Si pierde, rezará mientras ve el Málaga-Sporting de mañana. Y todo ante un Celta en depresión que tiene de uñas a su más que exigente afición.

Lillo ya saca a relucir su librillo. Cambio de esquema. Del 4-1-4-1 al 4-3-2-1. Sin bandas, pero con carrileros y con jugones cerca del gol. Todo para cobrarse una deuda pendiente. Todavía resuenan los gritos de ¡Real, Real! entre sollozos de la marea blanquiazul que inundó Balaídos. Aranburu es el único que lo vivió y ahora regresa a por el ascenso.

Juanma Lillo

El Celta, con los jugadores que tiene, donde más se engancha a los partidos es en casa. Los partidos son como los melones, hasta que no los abres, no sabes qué te vas a encontrar. Ganará el que controle las emociones".

Antonio López

"Tenemos que asumir nuestro papel de locales e ir a por el partido. Hay que tener agresividad positiva. La Real tiene urgencias, pero nuestra idea no es jugar con eso, sino sumar los tres puntos para alegrar a nuestra gente".