Primera | Zaragoza
"No tiramos la toalla, aún no hay ningún muerto"
Los capitanes Zapater y Diego Milito se niegan a la rendición
El vestuario del Real Zaragoza vivió ayer una profunda jornada de reflexión. Por primera vez el equipo respira en zona de descenso, así que los capitanes Zapater y Diego Milito hicieron de portavoces de un equipo moribundo pero que no piensa rendirse hasta que estar enterrado. "Quedan siete partidos y aquí todavía no hay ningún muerto. Es cierto que ya estamos abajo del todo y seguramente mucha gente dirá que este mensaje ya lo ha oído más de una vez pero es así. Siendo negativos no vamos a ningún sitio", anunció con énfasis Zapater. "Estamos muy jodidos y muy tristes. Sabemos la situación en la que estamos y no arrojamos la toalla. Confiamos plenamente en salir adelante, pero es difícil dar un mensaje a la gente", razonó Diego.
Cargado de ímpetu, Zapater apostó por un discurso optimista pese a la realidad: "Pensando que hemos entrado en descenso o que hemos perdido 0-3 contra el Betis seguro que no nos salvamos. Hay que sacar rasmia y echarle huevos hasta el último segundo. Me veo con fuerzas y energías y voy a pelear hasta el último segundo. Hay que pensar sólo en el Getafe y luego que sea lo que Dios quiera". Tras un segundo de impás, lanzó un mensaje casi épico: "Por lo menos, hay que morir de pie". Después, Diego con la voz y el ánimo más tenues, firmó en la misma línea: "Tenemos que seguir remando, quedan siete partidos".
Zapater reconoció que el discurso puede sonar algo repetitivo, pero aseguró que es cien por cien real: "Me da igual cómo suene el mensaje, es lo que siento ahora mismo. Si alguien está decaído, hay que animarle. No quiero a nadie que sea pesimista porque eso no nos lleva a ningún sitio". Pero, ¿cómo ser optimistas en el infierno? "Nos agarramos a la unión del grupo y al trabajo, hay que esperar que el domingo cambien las cosas y que una victoria cambie las cosas. Nadie se salva solo, estamos unidos y necesitamos de todos", afirmó Diego.
Afición. La Romareda estalló el pasado domingo y la metralla voló en todas las direcciones. "Se puede ver de dos maneras: o que la gente se quedó a esperarnos al final o que hasta con el 0-3 animaron. Prefiero quedarme con esto último. A la gente la necesitamos, tenemos tres partidos aún en casa", argumentó el aragonés. "Entendemos a la afición porque no le damos nada, sólo podemos agachar la cabeza, poner el pecho y tirar adelante", se resigna el argentino, que continuó diciendo que "tuvimos el apoyo y no podemos pedir más porque no respondemos a las expectativas". El Zaragoza se hunde, se le agolpan los defectos y cualquier equipo parece inaccesible. Según Diego, "es un problema mental, no es que estemos mal físicamente aunque pueda dar esa sensación. Las cosas no salen y estamos hundidos, nos cuesta superar cualquier pequeño golpe".