Primera | Atlético 6 - Almería 3
Kun reina en la locura absoluta
A los 5', 2-0 y Pulido expulsado. Con diez, heroico parcial de 1-3 para el Almería. La roja a Juanito en el 39', clave. Simao y Agüero acercan la Champions
De esto debería tratar siempre el fútbol. De espectáculo y emociones desatadas, goles tontos y listos, locura y polémica, héroes y villanos, genios y torpes, incluso árbitros. De diversión, en definitiva. Sé que puristas y entrenadores se harán cruces tras ver el caótico 6-3 que la grada del Calderón tuvo el placer de presenciar ayer, pero alguna razón habrá, digo yo, para que todo el mundo vaya a recordar durante años este partido mientras multitud de tácticamente perfectos 1-0 se pierden a toda velocidad en la memoria. Fue un desastre, fue casi absurdo, fue una gozada.
Con el estadio lleno y una maravillosa tarde primaveral, se juntaban todas las condiciones para vivir un día especial. Estaba el Atlético, de largo el equipo más descompensado del planeta, con su deslumbrante ataque y su indefinible defensa, o lo que sea. Y estaba el Almería de Emery, un grupo que honra al fútbol por encima de todas las cosas, que juega con clase, valor y, ya salvado, sin presión alguna. Fue juntar fuego y gasolina: tremenda explosión.
Dos minutos. Antonio López clava una falta directa en la escuadra. Era el palo de Alves, pero no crucifiquemos al portero (aún) porque fue golazo. En mi barrio lo habríamos anulado por trallonar. Fue un gol hermoso por fuera y por dentro, porque el canterano ha superado momentos trágicos en lo personal para volver a ser el buen lateral que siempre fue. A veces, la vida nos regala una gota de justicia poética.
Antes de que la grada volviera a sentarse, Agüero se la lío a Pulido y éste le derribó cuando se plantaba solo ante el portero. La falta se produjo en esa difusa zona del campo que uno nunca sabe si es fuera o dentro del área. Burrull pitó penalti (muy dudoso) y expulsó al defensa (justo). Forlán marcó y el Atlético se acomodó para vivir una tarde plácida con 2-0 y uno más a los cinco minutos. No contó con el Almería.
Tras 31 jornadas de Liga, las casualidades no existen. Si Emery tiene a los suyos salvados y, por qué no, soñando con la UEFA es por algo. Por algo, no; por mucho. Y la cabeza es lo más importante. Ni se inmutaron ante la enorme adversidad. Felipe Melo, atado ya por la Fiorentina, es un futbolista superior. Un toro con clase que agarró a su equipo y lo levantó de un tirón. Tras su estela, aparecieron Negredo, Crusat y Ortiz y el Atleti supo que se avecinaba tormenta.
Y como el equipo de Aguirre es incapaz de abrir un paraguas, se ahogó. Primero, un balón cruzado pasó por encima de Pablo, cuyo 1,92 es un efecto óptico, y nadie cerró la llegada de Melo, que fusiló a Abbiati. Al poco tiempo, Juanma Ortiz, canterano atlético para más inri, se sacó un disparo imponente desde su casa para empatar. Todo con uno menos. Habían transcurrido 17 minutos y parecía una vida.
El Almería vio el filón y se tiró de cabeza. Negredo y Crusat se comían a sus oponentes mientras la grada silbaba entre anonadada e indignada. El 2-3 se intuía hasta que Alves dejó escapar entre sus manos una falta blanda y centrada de Simao. Fue de esos fallos que marcan carreras. Ya nadie daba un euro por el Almería. Craso error. Esta vez fue Negredo quien aprovechó la incapacidad genética de los defensas rojiblancos para despejar un balón. Empate y tres goles contra uno más. Tremendo.
Segunda expulsión. Entonces a Juanito se le cruzó un cable y, ya con una amarilla, embistió sin necesidad a Agüero. Ni protestó. Se dio la vuelta y se fue a la caseta. Con nueve, el Almería mantuvo una heroica lucha, personalizada en el incansable Negredo, pero la suerte estaba echada. De ello se encargaron Simao y Kun. Cosa de talento.
El portugués marcó el 4-3 antes del descanso y Agüero, inspiradísimo, zanjó la cuestión con un doblete tras el descanso. El Almería jamás bajó la cabeza, pero la superioridad local permitió que hasta Reyes (recibido con una bronca descomunal) brillase un poco. Al menos ya sabemos que picado y contra nueve aporta algo. Es un principio.
Y así murió el partido, con el Atleti aproximándose a la Champions y bajando algo el pistón por respeto al honorable enemigo vencido. Un justo final para un espectáculo loco y algo absurdo, pero memorable.
El detalle: casi diez años sin marcar seis
El Atlético no lograba una goleada similar en Primera desde hace casi diez años. El 21 de noviembre del 98, los rojiblancos ganaron 6-1 al Valladolid con tantos de Julio César para los visitantes y Mena, Jugovic, Njegus, Correa, Kiko y José Mari para los locales. Pero otro equipo marcó seis en el Calderón hace menos: el Barça la pasada Liga (0-6).