Alves viaja a Londres y sueña con Pekín

P ara Diego Alves, por primera vez, el partido de La Romareda no era lo único importante. Tenía dos aviones que coger al día siguiente. El primero a Madrid y de ahí, a Londres, Heathrow. En el Hilton Park Lane, el hotel de concentración de Brasil, le esperaba Dunga. Cuando Alves tenía ocho años, vio por televisión levantar a Dunga una copa del mundo para Brasil en el Rose Bowl Pasadena 24 años después de la última. Hoy estará escuchando sus indicaciones.

"Sería un sueño debutar contra Suecia pero es un premio ya estar aquí". Alves, buen amigo de Rafinha (Schalke 04) y Ricardo Sobis, compartirá vestuario en el Emirates Stadium, propiedad del Arsenal, con Julio César, Maicon, Dani Alves, Lucio, Diego, Robinho y hasta Pato. Un puñado de futbolistas a los que sólo podía soñar con ver por televisión cuando aterrizó en España procedente del Atlético Mineiro. Sólo le acompañaba la estampa de Nuestra Señora Virgen de la Aparecida y un puñado de ilusión. Alves, media Liga en el banquillo, es el segundo portero de Brasil y, de manera insospechada, puede colgarse el cartel de olímpico a partir de agosto.

Y no es un partido cualquiera para Alves. Brasil y Suecia conmemoran en Londres el quincuagésimo aniversario de la final del Mundial de Suecia que se jugó en 1958 en Estocolmo. Nada menos que la consagración delante del mundo de Pelé, un niño, rodeado de Vavá, Didí, Garrincha o Zagallo. Alves se siente afortunado, y con él, la UD Almería, que mañana sonará en todas las partes del mundo gracias a este portero que posiblemente este verano sea vendido y deje un poso de historia gloriosa. Un año de locos el de Alves, que sueña con dejar sutilmente su estampita en el poste derecho de la portería del Emirates. El sueño de cualquier brasileño.