"Nunca llegué a sentir rencor hacia mi agresor"

Adolfo Bueno

"Nunca llegué a sentir rencor hacia mi agresor"

Agredido en San Mamés, el árbitro aragonés tardó 34 meses en volver a pitar un partido de Primera.

¿Cómo ha vivido el incidente del Ruiz de Lopera?

Son gajes de este glorioso juego al que llaman deporte rey. Es una gamberrada de un energúmeno que ensucia el espectáculo.

¿Estos incidentes son evitables?

Lamentablemente estos incidentes han pasado, pasan y van a seguir pasando. A mí me han tirado de todo, piedras, mecheros, hasta dentaduras... La diferencia es que a mí y al portero del Athletic nos acertaron a dar en un punto vital como es el ojo. Pero le puedo asegurar que antes me habían tirado de todo, sólo que pude sortearlo. Hoy en día a los porteros les tiran de todo desde los fondos.

¿Cómo fue su agresión?

Bueno, recuerdo que tome una decisión que no gustó al público de San Mamés y de repente sentí el impacto de algo que me rebotó en el hombro y me dio en el ojo izquierdo produciéndome un desprendimiento de retina.

¿El problema en la retina quedó olvidado?

Claro. Y al agresor, a quien nunca guardé rencor.

Después de dos años de tratamientos, usted volvió a dirigir partidos en Primera.

Sí. El médico que me trató sabía de mi dedicación y mi pasión por el arbitraje. Aquellos tres años parados me habían afectado físicamente y me habían producido un decaimiento psicológico que superé cuando el doctor me instó a regresar a los terrenos de juego a pitar. Me reintegré en el arbitraje de Primera , pero me 'robaron' mi plaza de internacional. Me dijeron que tenía que volver a ganarme el puesto en el campo y como por edad y por físico ya no era el mismo, lo dejé. Ya se sabe que del árbol caído todos hacen leña. Y eso es lo que pasó conmigo.

¿Cómo valora la actitud de los aficionados verdiblancos que señalaron inmediatamente al agresor?

Obviamente es una conducta digna de alabar. Ha sido un comportamiento ejemplar porque han dejado claro que ellos están posicionados contra la violencia en el fútbol.

El agresor no era socio del Betis. No sé si usted valora positivamente esto.

En estos casos suele ocurrir que este tipo de fanáticos no son habituales de esos estadios. A estos energúmenos que se extralimitan no se les puede ni debe vincular con los colores de un equipo porque no representan a nadie más que a ellos.

Usted, sin embargo, nunca llegó a conocer al agresor que le tiró aquel manzanazo en San Mamés.

En efecto. El agresor nunca dio la cara y además el Athletic se desentendió del asunto. Se inhibió y nunca quiso saber nada. De hecho, el presidente del Sevilla, el señor Cisneros, tuvo la iniciativa de organizar un partido de homenaje y me comentó que el Athletic no estaba por la labor. Nunca supe quién fue el agresor porque no tuvo la gallardía de presentarse, aunque fuera en privado a pedir disculpas. Pero si llegó a mis oídos que la persona no era de Bilbao. Por eso le digo que suele ocurrir que el agresor no es representativo de una afición ni de un equipo.

¿Qué sanción entiende que le puede caer al Betis?

No lo sé, pero al ser reincidentes, por aquello del asunto de Juande Ramos, entiendo que debe ser una sanción severa. Algo ejemplarizante para que la próxima vez que alguien vaya a arrojar un objeto, se lo piense.

¿Se acabará alguna vez con esta lacra en el fútbol?

Lamentablemente no, porque en una masa tan enorme como la que mueve el fútbol, siempre habrá ovejas negras como el que agredió a Armando o el que me dio el manzanazo a mí. Es imposible y utópico. Pero la violencia no es un mal del fútbol, es un problema que está enraizado a nivel social y el fútbol es un reflejo fiel de la sociedad. Por eso, y muy a mi pesar, no puedo ser precisamente optimista a este respecto.

Bueno recibió un manzanazo y casi se queda tuerto

El 30 de noviembre de 1969 el colegiado aragonés Adolfo Bueno Perales fue agredido en San Mamés. El árbitro anuló un tanto del jugador vasco Zubiaga con 0-1 en el marcador para el Sevilla a ocho minutos para el final el encuentro. La decisión propició una lluvia de almohadillas, momento que aprovechó un aficionado para lanzar una manzana que golpeó a Bueno en el hombro y posteriormente en su ojo izquierdo, produciéndole un desprendimiento de retina. El árbitro fue intervenido en dos ocasiones para recuperar la visión del ojo, que perdió en un 85 por ciento tras el golpe. Después de varios tratamientos en la clínica Barraquer de Barcelona consiguió recuperar la visión y volvió a dirigir un partido de Primera (Burgos-Málaga) el 17 de septiembre de 1972. El aragonés comenzó a arbitrar partidos de Primera a los 28 años y fue elevado al a categoría de internacional a los 31. Sufrió la agresión del famoso manzanazo en San Mamés a la edad de 39 años.