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Primera | Deportivo 2 - Espanyol 0

Lafita baila sobre Riazor

La revolución de Lotina tumbó a un Espanyol apático

<b>EL DÍA DE LAFITA. </b>El maño volvía al once, jugó un partidazo y además marcó su primer gol oficial con la camiseta del Deportivo.
jesús sancho / moncho fuentes

Deportivo y Espanyol llegaban al partido de ayer perseguidos por sus fantasmas. El de los gallegos se llama descenso y el del Espanyol, miedo a las alturas. Si hay que fiarse de los visto ayer, el Depor está mucho más cerca de salvarse que el Espanyol de jugar en Europa. Con todo, la clasificación dice que tanto uno como otro sigue a dos puntos de su objetivo (salvación y Champions), pero con sensaciones diametralmente opuestas.

Lotina apostó ayer por una revolución en busca de aire, y el premio fue un pleno al quince. Antes de la media hora el Deportivo ya había marcado sus dos goles ante la apatía de los de Valverde. Primero fue Coloccini, que con un perfecto cabezazo enmendaba sus dos errores de la semana pasada en el Colombino. Luego fue el turno de Lafita, sensacional toda la tarde. El maño tumbó primero a media defensa perica, luego superó a Kameni con un toque sutil y la empujó a la red con el pecho. ¡Aquí estoy!, dijo.

Sin reacción. El Espanyol no sabía por donde andaba. Los seguros Jarque y Torrejón no se bastaban para contener entre ambos a Xisco, y cuando les llegaban desde la banda Wilhelmsson y Lafita, temblaban. En el medio, Sergio y De Guzman eran amos y señores, uno tocaba y otro robaba, mientras Ángel y Moisés miraban. Arriba Valdo intentaba alguna cosita mientras Riera, Luis García y el desaparecido Ewerthon chocaban una y otra vez con la muralla de cinco que está sacando al Depor del hoyo. El trío de centrales se mueve con una coreografía perfecta, mientras que Manuel Pablo (está como un juvenil) y Filipe sorprendían una y otra vez a Chica y David con sus desdoblamientos.

Valverde intentó cambiar el partido en el segundo tiempo con Jonathan y Coro, pero los revulsivos no siempre funcionan. Más bien, de lo que se libró el Espanyol fue de un castigo mayor. Xisco dejó un balón de oro para Lafita después de una penetración plena de potencia, pero el inspirado jugador maño no acertó en esta ocasión a definir. De Guzman tuvo otra en la frontal tras una buena galopada de Wilhelmsson, pero los de Lotina ya habían agotado toda su eficacia; tampoco están donde están por simple casualidad.

El tramo final fue una fiesta. Normal, porque Riazor sólo ha sufrido esta temporada. Primero Lotina cambió a Lafita para recibir los honores de una grada entregada al héroe de la tarde. Luego concedió unos minutitos a Valerón, que tuvo tiempo para dar una asistencia de oro a un Bodipo que no supo agradecer el regalo ante un Kameni que apareció cuando ya era tarde. Tres puntos de oro y la sensación de que Lotina, tras acertar con el cambio a la defensa de cinco, ha dado también con la llave correcta en ataque.