Primera | Racing 0 - Atlético de Madrid 2
Forlán lidera la resurrección
Estupendo partido del Atleti, que vuelve a Champions. Doblete del uruguayo. Coltorti evitó la goleada. El Racing salió fortísimo, pero se quedó sin gasolina
El Atleti es un equipo marciano, no cabe duda. Cuando nadie lo esperaba, después de tres fiascos ligueros seguidos, el desbarajuste de la Copa y 20 minutos en los que el Racing le había dado un baño descomunal, de golpe, despertó. Pero no lo hizo desperezándose poco a poco, con somnolencia y calma. Para nada. Fue más bien como Uma Thurman en Pulp Fiction, inyección de adrenalina en el corazón mediante: como un vendaval. El Atleti pasó sin escalas de estar muerto a jugar posiblemente su mejor partido de la temporada. Y en esa resurrección, un nombre propio: el gran Diego Forlán.
El uruguayo llevaba ocho partidos (cuatro en Liga y cuatro en Copa) sin marcar, aunque seguía jugando como los ángeles. Sin embargo, crecía el peligro de que la ausencia de premio oscureciese su empeño, alimentase los nervios y acabase con su fe. Pero la justicia suele aparecer, aunque a menudo se haga de rogar. En la primera parte, tres veces se inventó Forlán un remate peligroso, tres veces se estrelló en Coltorti, curioso portero del que hablaremos luego. Pero a la cuarta el destino se apiadó de él y marcó con cierta fortuna. Y a la quinta, reventó con un golazo digno de lo que es: un enorme futbolista.
Pero rebobinemos y hagamos justicia al Racing. Al menos a sus intenciones, a su valentía sin recompensa, pero loable. Llegaba al partido sexto, con el Atleti a tiro y la oportunidad de demostrar que las alturas ni le dan vértigo ni le acomodan. Veinte minutos después había respuesta: ni lo uno ni lo otro.
Los de Marcelino salieron a la carga, presionando como si no hubiera mañana, robando rápido y llegando una y otra vez. Cuatro córners, otras tantas faltas peligrosas, Iván Bolado por todas partes y el Atleti, groggy. Pero el asedio fue fútil y acabó demostrándose suicida. En cada acercamiento sin premio, quemaba oxígeno. Demasiado. La gasolina le duró media hora.
Media hora en la que la defensa del Atleti se reivindicó. Todo empezó con el regreso de Perea a su posición natural, la de central, donde su velocidad es una bendición para Pablo, mucho más tranquilo sabiendo que tiene a Speedy cubriéndole las espaldas. Es evidente que ninguno de los dos saca la pelota con demasiada claridad, pero tampoco lo hace Eller y estos dos defienden mejor. La ecuación es sencilla.
Y cuando el Racing (y todos los que veíamos el partido) creía que su rival era un cadáver, el Atleti agarró la pelota y ya no la soltó. Entonces apareció Coltorti. En cuestión de minutos pasamos de preguntarnos a quién demonios se le habría ocurrido fichar un portero suizo de 1,97 y aspecto sospechoso a creer firmemente que el espíritu de Iker Casillas había poseído su enorme cuerpo. Sus tres primeras paradas a Forlán fueron buenas, pero la mano a ras de suelo que sacó el trallazo de Pernía fue descomunal. La tendencia natural del Atleti a crear estrellas fugaces entre sus rivales invita a la cautela, pero habrá que seguir a Coltorti con atención.
La resolución.
El Racing se fue al vestuario buscando resuello, pero la dinámica del partido ya nunca cambió. Forlán estaba en todas partes, Agüero se iba siempre de su primer defensa como si éste ni existiera, Simao ofrecía una tercera vía y Raúl García daba criterio al despliegue. Tanto iba el cántaro a la fuente que... Kun forzó a Garay a despejar mal y el balón le cayó a Forlán en la frontal. Su disparo raso pasó por debajo de un defensa y pilló a Coltorti a contrapié, sus casi dos metros no le permitieron reaccionar muy rápido y cayó como un saco. Gol y fin del partido.
Porque el Racing ya no encontró respuesta, con Perea crecido. Y Coltorti seguía trabajando: gran parada a Simao y mano a mano providencial ante Agüero. Pero Forlán se había quitado ya la venda de los ojos y se inventó un golazo. Recorte, disparo lejano violentísimo, que supera por arriba al portero y, de golpe, cae hacia abajo como una piedra. Se acabó. Un dato, lleva nueve goles en ocho partidos distintos y el Atleti ha ganado los ocho. Ayer fue el valiente Racing quien pagó el despertar de la bestia. Pero no hay deshonor en caer ante un enemigo enorme. Y Forlán lo es. Sin duda.