"Yo sé lo que es no llegar a fin de mes"

Armando

"Yo sé lo que es no llegar a fin de mes"

"Yo sé lo que es no llegar a fin de mes"

juan flor

Armando Ribeiro-De Aguiar Malda (Sopelana, 1971) juega hoy en San Mamés como portero del Athletic. Es el futbolista con más edad en hacerlo como rojiblanco.

¿Cómo empezó usted en esto?

En el Ugueraga, equipo de mi pueblo. Siempre de portero. Con seis años, mis padres me regalaron unos guantes y hasta ahora. Tuve a Izcoa de entrenador; jugó en Granada, Zaragoza Se acordará de él.

Perfectamente: buen portero.

Y buen profesor, él me dio las primeras lecciones. De ahí salí para Logroño, me llamó Lotina.

Y empezó su peregrinaje.

Sí, tenía 17 años. Estuve cuatro años en el Logroñés, en el filial, entre Segunda B y Tercera. Una tarde debuté en la Copa del Rey, con el primer equipo, digo. Fue contra el Manacor. De ahí pasé al filial del Sporting, firmé cinco años pero no me adapté y volví a casa, al Alavés, en Segunda B. Estuve tres años, el último subimos a Primera. Entonces ficharon a Kike Burgos y nos juntamos tres porteros. Me fui al Barakaldo, pero a los tres meses me llamó el Cádiz y estuve allí diez años.

¿Fue entonces cuando se tomó decididamente el fútbol en serio?

Quizá por lo lejos que quedaba mi casa, porque en Vitoria fui padre por primera vez y cuando pasa eso te planteas la vida más de verdad que nunca. La mejor decisión de mi vida fue irme a Cádiz.

Sus hijos eran los más hinchas del Athletic en la Tacita, me cuentan.

Alain e Iban son del Cádiz y del Athletic, como no podía ser de otra manera. Nos recibieron con los brazos abiertos, en lo personal, Cádiz y su gente formarán siempre parte de nuestras vidas. Además allí logré lo que ansiaba, jugar seguido. Viví los ascensos, fui el portero menos goleado de Segunda, el Zamora

Y los amarillos le colocan como el portero del equipo ideal de la historia de su club.

¡Es que me quieren mucho, ja, ja!

Y vivió aquellos días de angustia cuando el club estuvo a punto de desaparecer.

Sí, llegamos a dormir en el estadio, nos encerramos con todas las de la ley. Fueron los primeros años en Segunda B, llegamos a estar cinco meses sin cobrar. Yo sé lo que es no llegar a fin de mes Y estaban los hijos, claro, una responsabilidad tremenda.

¿Qué no se le ha olvidado de todo aquello?

Que los restaurantes vecinos al campo nos traían de comer y cenar, que nos repartíamos el taquillaje y nos daba para unas diez mil pesetas por jugador, que yo dormía en una colchoneta con mi hijo mayor, que acabó siendo el juguete de todos Que gestionábamos publicidad para sacar un dinero extra y la solidaridad de la gente: jugamos partidos con quince mil personas en Carranza que venían para ayudarnos. Orúe era el entrenador y Ángel Férez el de los porteros, estaban Abraham Paz, López Maduramos todos de golpe y el ascenso posterior a Primera se forjó ahí, no me cabe la menor duda. Nació un grupo que se hizo fortísimo en la adversidad y pudo con todo. Hasta que llegó Antonio Muñoz y se despejaron las nubes.

Me da la impresión de que no se le ha reconocido a Muñoz todo lo bueno que hizo por el Cádiz.

Tiene razón, es así No sólo vivimos el ascenso sino que un campo que se caía fue remodelado perfectamente, los campos de entrenamiento eran malos y hoy son la envidia de muchos clubes; cogió al Cádiz casi muerto y le dio la vuelta como a un calcetín. Merece reconocimiento eterno.

Sigue hablando con pasión de todo aquello.

Es que yo le debo todo al Cádiz, ¡soy un vizcaíno de Cádiz! Me entregué en cuerpo y alma, lo llevaré siempre en el corazón. En esta vida hay que ser agradecido y lo soy.

Y un día le llamó Joaquín Caparrós. ¿Se conocían? ¿Cómo recibió la noticia de que lo quería fichar para el Athletic nada menos?

Personalmente no nos conocíamos. Sabía de él por su peregrinar por el fútbol andaluz, sólo eso. Y mi fichaje fue muy rápido, se coció en tres días. Al principio no terminaba de creérmelo. Me decían que estaba entre los candidatos y todo eso, pero en un abrir y cerrar de ojos me vi camino de Bilbao.

¿Se llegó a asustar?

No, a lo sumo di un suspiro profundo, un ¡buffff! Era vestir los colores con los que había soñado de niño, los del Athletic. Todos los chavales vizcaínos soñamos con jugar en San Mamés. Era volver a mi casa, a mi madre, a mi hermano, a la tierra donde viviré el resto de mi vida. Eran muchas sensaciones a la vez. Y conste que estaba felicísimo en Cádiz.

Y esta tarde, la Catedral.

Defender la portería que fue de Iribar me pone la piel de gallina, ¡es el colmo! Lo conozco del pueblo, pues vive en Sopelana. Verle da mucho respeto. El me llevó a la selección de Euskadi, es un ídolo. ¡Es que sigo pellizcándome para convencerme de que esto es verdad!

Todo en usted es un cuento de hadas; en Primera debutó con 34 años cumplidos.

Sí, hace dos. En Zaragoza dispute mi partido número 26 en la máxima categoría. Tengo 37, la misma edad en la que se retiró Iribar Pero no me he enfrenté a los grandes porteros de la categoría hasta hace dos, sí. A Zubizarreta le recuerdo en un Logroñés-Barça que viví desde el banquillo. A él, a Buyo, a tantos otros, los he visto por la tele Pero no me tengo por un caso único, ¿eh?

¿Y eso?

Todo lo que vivo es fruto del trabajo. Jamás me rendí ni bajé los brazos. Casos así hay a montones en la vida. Yo fui siempre positivo. Siempre supe que si me entregaba iría cumpliendo sueños. Firmé por el Athletic y me puse a trabajar, lo que he hecho toda mi vida.

Y llegó el estreno en La Romareda. ¿Hay nervios a los 37 años?

No los sentí. Salí a jugar muy tranquilo, pero era consciente de que adquiría una gran responsabilidad. Es muy bonito ver al Athletic, pero hay que dar la cara y más si eres el portero. No tuve mucho tiempo para pensar más que en concentrarme en el juego, en conocer lo más deprisa a los compañeros, todo eso.

Pero perdieron.

Sí, fue lo triste del gran día. Y casi empatamos al final, lo que te das más coraje porque necesitamos sumar de a tres puntos: el reto es ganar cuanto antes la permanencia.

Le presentaría tres amigos hinchas del Athletic que firman la permanencia en la última jornada. ¿Exageran?

¡Confío que el equipo lo consiga mucho antes! Hay casta en este equipo, hambre de fútbol y de hacer las cosas bien, buenos futbolistas, está San Mamés... Mi receta, también para sus amigos, es que nos planteemos cada partido como si fuera el último. Que hagan lo que yo, que me he acostumbrado a vivir al día. Me planteo hacerlo bien, entrenarme como una bestia y disfrutar con mi gente lo que estoy viviendo.

Llega el Levante a San Mamés. Tiene peligro, ¿eh?

Mucho. Y ya me han puesto al día de la mala experiencia del año pasado con el Nàstic, que nos ganó por 0-2. El Levante no tiene nada que perder y últimamente le están saliendo mejor las cosas. Debemos recibirle como si fuera el líder y centrarnos en ellos, no en lo que vaya o no vaya a pasar dentro de un mes.

Por cierto, ¿cómo le recibió Aranzubia?

Se ha portado conmigo como un señor. Desde el mismo momento en que se enteró de que en Zaragoza iba a jugar yo estuvo a mi lado pese a que su situación no puede ser cómoda. Y después del partido me felicitó.

¿La relación entre los porteros es la más difícil en un vestuario?

No tiene por qué serlo. Ocupamos el mismo puesto y sólo puede jugar uno, pero por encima de todo está el equipo, el Athletic en este caso. El éxito sólo es posible si nos involucramos todos, los 25

Dice que vive al día y lo confirma que firmó un contrato por cinco meses.

No me importó. Me encuentro bien, saquemos esto adelante entre todos y luego veremos qué pasa. Si uno tiene la cabeza bien no hay quien le pare y la mía funciona.

Es curioso que fuera usted a llegar a Bilbao precisamente el año que menos jugaba. Seguro que lo ha pensado.

Sí, claro. El mercado no es grande, te puede llegar tu momento cuando menos lo esperas. Después de nueve años jugando, llevaba cuatro meses sin hacerlo y me llamaron. Mi confianza está en que me entreno como si fuera el último día, nunca me conformé con no jugar. Y, bueno, me comí todo el asunto Baldasano, cuya filosofía era que los que llevábamos tantos años en el club no valíamos. Firmaron diez jugadores y en octubre se dieron cuenta de que no era tan fácil la cosa y se marcharon. Sufrí una gran decepción. En materia de porteros nos juntamos tres que habíamos estado en Primera y que teníamos nuestras cualidades: Contreras, Limia y yo. Una de tantas cosas de locos de aquella etapa.

¿Qué tal con Contreras, que es el titular?

Muy bien, es un chaval sensacional. Nos ayudábamos, como también con Limia y con Férez. Les deseo lo mejor.

¿A que a varios jugadores del Athletic les convendría estar algún tiempo sin cobrar y vivir lo que usted ha vivido?

No, no. Eso no se le puede desear a nadie. Yo, lo que digo, es que todos los que formamos el Athletic debemos de ser conscientes de lo que tenemos. Lezama es increíble, por citarle un ejemplo Jugar aquí es muy grande.

Aunque sea cinco meses.

Sólo me importa el presente, de verdad. Colaborar para que el equipo salga de abajo lo antes posible. Si uno tiene fe y aporta lo que se espera de él, seguro que llega la recompensa. Y si llega junio con el equipo a salvo y me dicen que me vaya, lo haré encantado de la vida. Y agradecido. Mi sueño estará cumplido.

Va a tener usted suerte, Armando. Y no se equivoque: su caso no es normal. Y no por llegar con 37 años al Athletic sino por cómo habla del fútbol, de la vida

Bueno Muchas gracias.

A usted. Ha sido un placer.