El ambiente instantes antes de la llegada de la 'Saeta Rubia' auguraba algo especial. La cantidad de medios que acudieron a la cita junto con los alumnos del colegio la Salle invitados al acto, dejaban entrever que sería una mañana especial. Y don Alfredo no defraudó.

Espontáneo, como es él con todos, simpático y extremadamente cercano, la máxima leyenda del madridismo recordó su etapa como jugador, desde sus inicios en Argentina hasta los grandes años vestido de blanco. Ante un público que no perdía detalle de cada palabra, Di Stéfano recordaba como su llegada al fútbol, casi fortuita, gracias a la amistad de su padre con un ex portero de River, había desembocado en una larga y productiva carrera, marcada por la paciencia, por el paso a paso, según él mismo afirmaba.

Preguntado por la actualidad de la Liga, Di Stéfano se mostraba cauto a la hora de hacer juicios, aunque no dudaba en asegurar que la ventaja del Madrid era clara, pero ante los 48 puntos en juego restantes puede pasar cualquier cosa. Surgieron también varias preguntas sobre el actual símbolo blanco, Raúl Gónzalez, al que el hispano-argentino no dudó en señalar como un digno sucesor, al que habría que tener en el Madrid de por vida, y destacó que el '7' blanco ha conseguido algo que él no pudo hacer, lucir el brazalete de capitán.

Reacio a las comparaciones entre las diferentes épocas del fútbol, Di Stéfano mostró durante todo el acto su énfasis en dejar claro que los éxitos del Madrid no fueron sólo mérito suyo, sino de un colectivo. Lleno de humildad recibió uno tras otro una lluvia de halagos, y reaccionaba ante ellos como si la cosa no fuera con él, provocando las risas de la sala.

El acto terminó con las palabras de Ramón Calderón, que agradecía una vez más toda una vida entregada al Real Madrid y emplazaba a todos a la inauguración, el próximo día 17, de una estatua en su honor frente al estadio que lleva su nombre en Valdebebas.