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Copa del Rey | Atlético 3 - Valencia 2

Forlán y Kun mueren de pie

El Atleti se puso 2-0 en el 19'. El Valencia empató con un autogol y un destello de Mata. Inútil gol de Valera. Fatal Reyes, Luis García, Maxi, Hildebrand...

Actualizado a
<b>LOABLE. </b>Forlán pudo con Marchena, Maduro y compañía.

Casi indignaba verles, pero a la vez emocionaba su esfuerzo rodeados de tanta mediocridad. Forlán y Agüero dieron valor a un partido varios cuerpos por debajo de su nivel y de su empeño. Pasó el Valencia porque su suicidio fue menos aparatoso que el del Atlético, pero ambos equipos abandonaron el Calderón con un fuerte olor a muerto. No se dejen engañar por los goles, fueron tantos los futbolistas que no dieron ayer la talla que resulta difícil decir cuál fue el peor. Los mejores es fácil: Forlán y Agüero, dos diamantes entre el fango.

Como le pasa a menudo, cuando su destino pintaba más negro, el Atleti pareció obrar el milagro. Sin Motta ni Maniche ni Tiago ni un señor del público con ciertas capacidades organizativas, Aguirre decidió conservar con Raúl García y dejarle de inicio en el banquillo para formar un sospechoso doble pivote con Cléber Santana y el futbolista antes conocido como Maxi. Lo que es lo mismo: no había centro del campo, ni ideas ni orden ni nada parecido. Balones arriba y a rezar. Y alguien escuchó sus plegarias. A los 19 minutos, el Atleti no había jugado a nada y ganaba 2-0.

Fueron dos destellos de Forlán que, ante la incapacidad general de sus compañeros (o lo que fueran), jugaba de todo. En el 1-0 ejerció de pivote, recuperando un balón en mediocampo cuando el Valencia iniciaba una contra, y de extremo, al irse por la banda derecha y meter un centro fabuloso, mejor que cualquiera de los que perpetraron los volantes durante toda la noche. La rosca era tan buena que tenía que entrar y entró. Eller, muy necesitado de alegrías, intentó apropiarse el gol, pero fue Miguel quien marcó en propia puerta.

En el 2-0, Forlán se disfrazó de enganche, metiéndole un magnífico pase en profundidad a Kun, que no desmereció. Ni mucho menos. Agüero corrió como si le pagaran por metro recorrido y, cuando parecía demasiado escorado y sin hueco, soltó un zurdazo violentísimo que entró por donde a algunos nos habría costado enhebrar una aguja. Y era su pierna mala. Da miedo. Dicen lo sabios que recordó a Puskas, al joven, ni siquiera al del perfil redondeado. Y en el palco asentía con admiración Maradona. No diré nada porque todo lo que se me ocurre podría sonar a sacrilegio, pero...

Y el Valencia, ¿qué?, me dirán. Pues nada, por allí deambulando. Aprovechando que Koeman sí que puso mediocampo, tenía la pelota. Pero de ahí a saber qué hacer con ella, mediaba un trecho. Sólo Banega tenía alguna idea que no implicase un pase horizontal, pero no encontraba socios. Hasta que apareció Cléber Santana y, en una jugada de Villa que no iba a ninguna parte, se marcó un gol en propia puerta que por más que lo ves repetido no te lo crees. El Atleti es así.

Antes de que los rojiblancos asumieran el golpe, Banega se inventó un gran pase a Mata cuyo zurdazo se estampó simultáneamente en la escuadra de Falcón y en el espíritu del Atlético. Al descanso, el Calderón era un mausoleo. El irreal sueño del 2-0 había acabado y la realidad cayó con toda su crudeza: quitando a sus delanteros, no había nada. En el caso de Reyes y Luis García, menos que nada. No es que no sumen, es que restan. Lamentable.

Perdón. El Valencia tampoco terminaba de creerse la remontada. Sólo así se explica que Joaquín, con el voluntarioso Maduro lo mejor del equipo, fallase varios pases sin rival cuando el Atleti defendía con dos (dos defensas del Atleti, ojo, que es aún peor). Y para rizar el rizo, Hildebrand bailó la yenka en un córner. Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, un dos tres y gol de Valera sin oposición. 3-2 y media hora por delante.

Dio igual. Entró Raúl García y puso algo de orden mientras el Valencia reculaba por instinto. Pero Forlán y Agüero dormían con su enemigo. Ellos dos lo intentaban una y otra vez, apareciendo en todos lados, inventando, sacando el peligro de la nada, pero no bastó. El Valencia está tocadísimo, pero once contra dos aún se las apaña. Ni siquiera se dio la clásica última ocasión clara, sólo la impotencia de dos héroes mal rodeados. El Valencia pasa y contagia su crisis al Atleti sin salir él de ella. Vaya par.

El detalle: Maradona y su hija, en el palco

Finalmente, Diego Maradona y su hija Giannina acudieron al Calderón para ver el partido. Agüero les había invitado y, para darle una sorpresa, le dijeron que no podrían acudir, pero finalmente sí acudieron sin que el Kun supiera nada hasta que les vio. En el palco, Maradona estuvo charlando un buen rato con Luis Aragonés, con el que se fundió en un abrazo.