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Primera | Mallorca 1 - Atlético de Madrid 0

Arango hunde a un Atleti infame

Eller regaló el gol. Los de Aguirre encadenan dos partidos sin tirar a puerta. Reyes vio la roja Kun salió tarde. El Mallorca, muy serio. Jonás, el mejor

<b>CON AUTORIDAD. </b>Nunes salta por encima de Luis García y despeja un balón en el partido de ayer.

Al Atleti le ha durado la gasolina una vuelta de Liga y ahora está seco como la mojama. El equipo que perdió ayer en Palma fue la misma banda sin ideas que naufragó en la segunda parte del derbi y todo el partido en Valencia. No necesitó demasiado el Mallorca: aprovechar el regalo nuestro de cada día de la defensa madrileña y, luego, no hacer tonterías. Con eso basta para ganar al actual Atleti.

Tras el gol, con 70 minutos por delante y el balón constantemente en su poder, los rojiblancos (ayer de un azul tan triste y feo como su juego) fueron incapaces de rematar a puerta. Igual que en Mestalla. Los titulares están secos, los suplentes no dan la talla y Aguirre no encuentra soluciones. Sólo los tropiezos de sus rivales le mantienen en Champions y, antes o después, alguno ganará. Y el ritmo no para. O hay una resurrección en el partido copero del miércoles o el nerviosismo se convertirá en histeria. Un cuento tristemente familiar.

El Mallorca notó muy pronto el estado catatónico de su contrincante y afiló el colmillo. Jonás estaba en todas partes e Ibagaza, que conoce bien la fragilidad de mandíbula atlética, le buscó las cosquillas desde el inicio a la defensa, esa verbena. Y se las encontró, por supuesto. Una pierna milagrosa de Pablo y un banderín precipitado del juez de línea retrasaron lo inevitable. 21 minutos, tampoco se crean.

Varela entró sin oposición en el área y su disparo provocó un despeje lánguido de Abbiati. El portero italiano, una vez más, no fue culpable directo del gol, pero ayudó lo suyo. Falcón, como el Cid, gana batallas sin participar. El balón se quedó suelto y Eller hizo algo bastante cómico (si no eres atlético, claro). Como los niños que tienen un amigo invisible, el brasileño tiene un balón. Así que salió corriendo del área con la pelota (la suya) controlada, imperial, autoritario. Lástima que la de verdad quedase abandonada a dos metros de la portería. Arango la empujó mientras Pernía miraba (no está confirmado que sea peor que si intentase participar; misterios).

Con la ventaja, el Mallorca se replegó como un grupo de chicas guapas rodeadas de moscones en una discoteca. Muy ordenadas, sin perder la sonrisa, esperando su momento para romper la línea enemiga y, sobre todo, plenamente conscientes de que el triste plantel que tiene enfrente es absolutamente incapaz de rascar nada. Y así fue.

Lo único que le falló al plan de Manzano fue que Güiza aprovechase una de las dos ocasiones claras que tuvo, pero dio igual. Pocas veces el Ono Estadi ha vivido tan tranquilo. Asediado por las bajas, Aguirre había decidido darle una última oportunidad a su banquillo. Raúl García, Maxi, Simao, Seitaridis, Leo Franco y Antonio López no podían jugar y, pensando en la Copa, el mexicano dejó en el banquillo a Agüero y Perea. Arriesgó y, visto a posteriori, se equivocó, pero señalarle a él en vez de a sus suplentes sería injusto. Con lo justo que anda de dinero, el Atleti regala muchos sueldos.

Kun solitario.

Ya con el agua al cuello, salió Agüero, pero era tarde. Como llevaba toda la tarde sufriendo Forlán, no le llegó un balón en condiciones cerca del área. Ambos empiezan a dar síntomas de sufrir el síndrome Torres. Se desesperan, bajan cada vez más a buscar la pelota, luchan solos contra el mundo y por muy buenos que sean, que lo son, ganan alguna batalla, pero siempre pierden la guerra.

Al menos se implican. Luego está lo de Reyes, ese fenómeno paranormal. Con él ya no hablamos de fútbol (porque la crónica quedaría en blanco), sino de un fascinante e irritante estudio del comportamiento humano o similar. Ayer acabó en la calle tras ver la primera amarilla por protestar una falta insignificante como si la vida le fuera en ello. Eso sí, tiene muy ensayada una permanente sonrisa irónica que puede garantizarle un futuro como actor de culebrón. Porque como futbolista empieza a tenerlo muy negro.

Como su equipo. Aguirre ha de asumir que sólo tiene un puñado de jugadores de nivel. Detrás, la nada. Tendrá que llegar con ellos hasta donde sus cuerpos aguanten. Veremos si es la Champions o explotan antes. El Mallorca le dio ayer una lección. Veremos si la aprende.

El detalle. Átléticos en el Ono Estadi

Unos 600 aficionados rojiblancos estuvieron en el Ono Estadi para presenciar en directo la primera derrota del Atlético en este escenario. Hasta ayer, el equipo madrileño había sacado del estadio mallorquín tres victorias y tres empates, una racha que se acabó con el gol de Arango. El viaje no fue feliz, por tanto, para la fiel hinchada atlética.